Vidas Paralelas: Dos reinas separadas por la ficción



Pablo Crespo Maíz

Universidad de Córdoba.



I. Introducción


La idea de la comparación de estas dos reinas vino tras la lectura del libro Juego de Tronos: un diálogo con la historia (Y las humanidades) (Míguez, 2022). En uno de sus capítulos se realiza una comparación entre algunos personajes de la famosa serie televisiva con algunos personajes verídicos de nuestra historia. Pensando en concreto en una de ellas, observé una enorme cantidad de similitudes entre ambas vidas y sucesos que les ocurrieron. Estas dos reinas son Cleopatra VII y Daenerys de la Tormenta. Ante mi fascinación por el mundo egipcio comencé a comparar ambas figuras de forma casi inconsciente. El escéptico lector creerá que a simple vista ambas gobernantes no guardan ningún tipo de parecido, pero a medida que vaya leyendo este artículo irán comprobando como la similitud entre Daenerys y Cleopatra VII es realmente asombrosa.


II.  Aspectos dinásticos


Históricamente hablando, Cleopatra VII puede que sea una de las mujeres más reconocidas del mundo Antiguo. Sabrán de ella por las grandes películas que giraron en torno a su figura, además de porque quizás fue de las pocas mujeres que reinó en Egipto sin ejercer como reina consorte. Para la gente que no comprenda por qué uso el número VII después de su nombre, es debido a que hubo claramente más reinas del mundo egipcio que utilizaron de igual manera su nombre real (aunque la fama de esta última eclipse a las demás). Su nombre era usado sobre todo en la dinastía a la que pertenece.

Cleopatra VII es la última reina de la dinastía Ptolemaica. Recordémoslo, esta fue fundada por Alejandro Magno tras conquistar Egipto en sus campañas militares, poniendo a su general Ptolomeo I como gobernante de todo el antiguo imperio egipcio. Es decir, se iba a instaurar una nueva dinastía faraónica con un mestizaje griego. Dicha dinastía guardaba muchas de las tradiciones del mundo egipcio, y una de ellas era el incesto para preservar la pureza de la sangre.

Los faraones se creían descendientes de los mismísimos dioses, ya que, según su mitología, Ra (dios del sol y el más importante de la religión egipcia) fue el primer faraón, este fue sucedido por Horus (dios guerrero y protector de Egipto), debido a que Osiris (dios de la regeneración, monarca del mundo de los muertos, hijo de Ra y padre de Horus) fue asesinado cruelmente por su hermano Seth (dios del mal y del caos). Por lo tanto, los faraones pensaban que eran descendientes directos del dios Horus, y por ello debían de conservar su sangre divina sin mezclas impuras.

El trágico final de la dinastía Ptolemaica se daría tras la dramática muerte de Cleopatra VII, quien se suicidó tras ser acorralada por las tropas octavianas, mordida por una cobra (según cuentan las fuentes antiguas).

“La muerte de Cleopatra”, de Jean André Rixens. Fuente: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Death_of_Cleopatra_by_Rixens.jpg

Con un desenlace muy parecido a la reina egipcia, Daenerys será también la última de su dinastía, la Targaryen. Se trata de una de las dinastías más relevantes de la serie, ya que es una de las casas feudales más antiguas, superviviente a la maldición de Valyria, aparte de ser capaz de dominar a los imponentes dragones. Otras de las curiosidades de esta dinastía es que también practicaba el incesto con gran frecuencia, porque al igual que los antiguos egipcios, pensaban que eran descendientes directos de los dioses (¿Que mortal si no iba a ser capaz de montar a una bestia tan feroz como el dragón?). George R. R. Martin refleja las taras genéticas derivadas del incesto en la dificultad para concebir de los Targaryen, pero sobre todo en su creciente locura, que tanto les ha caracterizado (Cuando nace un Targaryen los dioses lanzan una moneda).

Daenerys sería asesinada por su amante Jon Nieve, poniendo fin con su muerte a toda su casa. En este sentido, conozco que Jon es también un Targaryen, pero no consigo integrarlo completamente dentro de la dinastía al carecer de su característico pelo plateado dado su mestizaje.

La muerte de Daenerys. Fuente: escena del sexto capítulo de la octava temporada de Juego de Tronos.

III. Enemigos


¿Quién no ha tenido alguna vez una pelea con algún familiar cercano? Pues Daenerys y Cleopatra VII no fueron menos que nadie. Aunque llevaron sus disputas fraternales hasta puntos bastantes violentos (ya se sabe que cuando está en juego el poder de controlar todo un imperio todo es posible). En este caso, Cleopatra VII no deseaba casarse con su hermano, Ptolomeo XIII, por lo que le declaró la guerra desde su exilio del desierto, mientras que Ptolomeo disfrutaba en su palacio en Alejandría de todos los lujos. La contienda se saldó con la victoria de Cleopatra, aunque para conseguirla contara con la ayuda del “coloso romano” y de su ilustre diligente, Julio César, quien le entregó la cabeza de Ptolomeo.

El caso de los enfrentamientos entre los dos últimos hijos del dragón es bien diferente. Al igual que Cleopatra, Daenerys no sobrepasaba los veinte años de edad cuando tuvo que hacer frente a las responsabilidades de su legado familiar tras ser exiliada al otro lado del mar Angosto, debido a la derrota contra la rebelión de Robert Baratheon. “Dany” fue un intento de peón de su hermano Viserys para hacerse con las tropas de los dothrakis con su enlace matrimonial con Khal Drogo. Uno de los elementos más atractivos de esta producción de la cadena HBO es cómo sus personajes evolucionan en cuanto a carácter y personalidad. Daenerys se va haciendo poco a poco con el cariño y el poder del pueblo dothraki, algo que Viserys no tolera, ya que quien a la postre tendría que ser el rey es él y no su hermana. Las innumerosas faltas de respeto y cariño hacia su hermana serían apremiadas con la corona dorada que tanto buscaba, pero de una forma tan perturbadora que nunca lo hubiera imaginado. Cuando Viserys observó que él no estaba escribiendo la historia (sino que lo estaba haciendo Daenerys) decidió amenazar de muerte a su hermana en la ciudad sagrada de Vaes Dothrak. Khal Drogo lo asesinó vertiéndole una marmita de oro líquido sobre su testa.

Respecto a nuestras dos protagonistas femeninas, observamos cómo hubieron de enfrentarse a sus hermanos sedientos de poder, motivo por el cual hubieron de luchar contra sus detractores y enemigos en la corte romana y del trono de hierro. Por ello, ambas gobernantes fueron criticadas y tergiversadas por el adversario.

Daenerys se vio muy perjudicada por sus contrincantes, que luchaban por hacerse con el control de los siete reinos de Poniente. Mientras llevaba a cabo sus campañas militares para hacerse con el poder territorial de la bahía de los esclavos, la princesa Targaryen sería insultada por los que se oponían a su vuelta a Desembarco del Rey. La Madre de dragones fue calificada peyorativamente como “ramera de pelo plateado”, una niña al mando de una horda de eunucos y bárbaros, una tirana de mano de hierro, una asesina, etc. Daenerys observaba cómo sus adversarios manchaban su imagen para hacerla parecer un monstruo a los ojos de la población de Poniente. La realidad era bien diferente, ya que Daenerys resultó ser una buena estratega capaz de resolver importantes dilemas, una reina justa y, en definitiva, defensora de todo aquel que le había ayudado en cada paso dado en su camino hacia el trono de hierro.

Esa imagen sería eclipsada por la Daenerys de los últimos capítulos de la serie, donde se observa a una reina paranoica, recelosa, tiránica y vengativa. Ahora bien,  todo este comportamiento se ve justificado tras la puesta en cuestión de su legitimidad a la corona, tras demostrarse que Jon Nieve (Aegon Targaryen) es el hijo de Rhaegar Targaryen (hermano mayor de Daenerys y sucesor de Aerys II, que falleció en la rebelión de Robert Baratheon); también tras sufrir la muerte de uno de sus queridos hijos/dragón a manos de la flota de hierro; por no hablar del fallecimiento en distintas circunstancias

de sus dos consejeros más allegados: Jorah en la batalla de Invernalia contra las tropas del rey de la noche y Missandei decapitada por la Montaña tras mandato de Cersei Lannister.

La última reina del valle del Nilo también fue insultada a gran escala por los gobernantes y escritores romanos. El orador Cicerón sería uno de ellos, ya que cuando la reina aún se encontraba en Egipto recibió una de sus cartas para solicitarle el acceso a unos papiros de la biblioteca de Alejandría. Quizás por un descuido, a Cleopatra VII se le olvidaron esos documentos en su tierra natal cuando tuvo una reunión con Cicerón, quien desde luego nunca se forjó una imagen amable de la reina. Le escribió una epístola a su amigo Ático donde nada más comenzar se leía “odio a Cleopatra”. También habría que señalar que Cicerón opinaba que “nuestros antepasados decidieron que todas las mujeres en razón de su debilidad de espíritu, estuvieran bajo la potestad de tutores”, este pensamiento explicaría en parte la oposición a la poderosa imagen de la reina egipcia (Castellarnau, 2021, 89-90).

Dicha imagen tan negativa fue elaborada en parte por los detractores de la política de Julio César y de Marco Antonio, así como de los ideólogos y defensores del emperador Augusto. El poeta Horacio denominaba a Cleopatra como un “monstruo fatal”, Lucano narraba en su Farsalia: “la incestuosa hija de los Ptolomeos (…). Se casa la hermana impía con su hermano y, pasando de marido en marido, posee Roma y posee Egipto”. Virgilio tampoco se compadece de Cleopatra VII, ya que la compara con Dido, la reina que se deja llevar por la pasión en su obra Eneida. El escritor Propercio la denomino en uno de sus discursos como “la reina meretriz” (Castellarnau, 2021, 180-181).

Este discurso se iba a seguir desarrollando durante el medievo de la mano del poeta florentino Dante Alighieri, quien en su Divina Comedia la condena al segundo círculo del infierno (los pecadores que anteponen lo carnal y sus sentimientos a la razón), y por Giovani Bocaccio en su obra De Mulieribus Claris: “alcanzó renombre por su belleza, pero sobre todo fue famosa en el mundo entero por su avaricia, crueldad y lujuria”. El famoso escritor William Shakespeare ofreció una imagen más depurada de la reina egipcia en su obra literaria Antonio y Cleopatra, denominándola como una mujer que arrastraba a los hombres a la tragedia por amor en su obra (Castellarnau, 2021, 181-184).


IV. El amor de las reinas

                       

Nuestras dos protagonistas contarán con dos amantes a lo largo de toda su vida. Con el primero de ellos tendrán un hijo, pero en el caso de Daenerys este fallecerá tras un parto complicado. Cleopatra VII comenzará primero una relación amorosa con el ya nombrado Julio César, a quien recurrió en aras de recibir el apoyo de Roma para hacer frente a la guerra civil contra su hermano Ptolomeo. Por su parte, César vería en Egipto un campo de operaciones magnifico a la hora de enfrentarse a sus contrincantes políticos, hasta el punto de que este recibiría la cabeza de Pompeyo de la propia mano del hermano de Cleopatra. Cuando pensamos en el gran romance vivido entre Julio César y la tórrida Reina del Nilo nos irrumpe en la memoria la mítica escena de Apolodoro, en la que se introduce a Cleopatra en una alfombra dentro de los aposentos de César, en el mismo palacio donde también se hospedaban Ptolomeo y sus huestes.

Como es bien sabido ambos gobernantes llegaron a vivir un romántico “crucero” por el Nilo. Posiblemente fuese durante su transcurso cuando concibieran al famoso Cesarión (Ptolomeo XV), el único hijo que tendría Cleopatra. César le pidió a la reina egipcia que se trasladara a Roma con su hijo, pero en los Idus de marzo del 44 a.C. fue asesinado en el Senado. Ante el asesinato de su amante y la gran convulsión política que estaba viviendo Roma, Cleopatra VII se vio obligada a regresar a Egipto junto a su hijo. La reina tendría que buscarse la cortesía de uno de los dos candidatos a hacerse con el poder de Roma una vez asesinado Julio (Octaviano y Marco Antonio) para poder asegurar la seguridad de Egipto.

Finalmente se decidió por Antonio, con quien también mantuvo una legendaria relación amorosa que fue llevada tanto al mundo del cine y como la del teatro en numerosas ocasiones. Aunque esta vez fue Cleopatra VII la que quedó cegada por el amor y se vio arrastrada a las batallas de su amante contra Octaviano. La guerra concluiría tras el suicidio de la última reina de Egipto tras ser acorralada por las tropas de su enemigo y con la muerte de su amante Antonio aun presente en su memoria.

Si el diosecillo Cupido hubiera existido en la mitografía de Westeros, este no le hubiera deparado mejor suerte a Daenerys, ya que vivió una historia de amor muy similar a la de Cleopatra. Como ya se dijo con anterioridad, la princesa Targaryen se casó en un matrimonio concertado por su hermano Viserys con el caudillo de los dothrakis, Khal Drogo. Aunque la relación inicialmente estuvo marcada por la obvia frialdad entre dos extraños y la sexualidad abrupta sufrida por una inexperta virgen en busca de descendencia, ambos se fueron enamorando el uno del otro paulatinamente. Sin embargo, Drogo fallecería tras ser ahogado por la misma Daenerys debido a los efectos que había provocado un hechizo de magia negra sobre él, que lo dejó en un estado vegetal. El mismo fatal destino correría el hijo de ambos.

Si bien Khalessi  dispuso de diversos pretendientes y amantes (entre los que podemos citar a Ser Jorah Mormont o Daario Naharis) no pudo resistirse a los encantos del menudo y feroz Jon Nieve. Tras al fin desembarcar en Poniente Daenerys se convirtió en la principal candidata en hacerse con el trono, aunque para ello iba a necesitar toda la ayuda posible. En este sentido sería esencial la mano del indómito norte, recientemente reinstaurado bajo el mando de la familia Stark y más concretamente por la figura del otrora hijo bastardo de Eddar.

El pacto entre los Targaryen y los Stark era de urgencia, ya que Jon también necesitaba a las tropas y dragones de Daenerys para librar su batalla contra los caminantes blancos y su ejército de muertos. La química entre ambos sobrepasó la frialdad de la política y se acabaron enamorando. Aunque el secreto de que Jon era realmente su sobrino y legítimo heredero por sucesión del trono paró en seco su romance. Tras conseguir vencer a los muertos y al reinado de Cersei, Daenerys observó cómo Jon se acercaba a ella para hablar sobre el futuro de los Siete Reinos, justo cuando iba a concederle a la audiencia el momento que muchos llevaban esperando para su deleite (ver a Daenerys sentada en el trono de hierro). Al igual que Cleopatra VII, Daenerys estaba cegada de amor por Jon y fue arrastrada a un trágico final cuando por sorpresa este asestaba un golpe con un puñal a su corazón. Así pues, ambas reinas sucumbieron al mágico y deslumbrante poder del amor, el cual les supuso una trágica muerte. Ya que como dijo el maestre Aemonm Targaryen: “el amor es la muerte del deber”.


V. Conclusiones

 

Finalmente, el probablemente escéptico lector de hace unas páginas habrá comprobado cómo estos dos personajes guardan un gran parangón. Posiblemente, George R. Martin se inspiraría en la vida y carácter de la última reina de Egipto para elaborar al personaje de Daenerys Targaryen. Desde su linaje y estirpe, pasando por ese carácter que tanto las caracterizaba, tratamos con elementos que tranquilamente pudieron servir de inspiración para el escritor de Nueva Jersey. En cualquier caso, el mágico e increíble mundo de Juego de Tronos nos demuestra una vez más que su cimentación es esencialmente histórica. Pero sobre todo, nos enseña otra vez que la ficción puede utilizarse como elemento didáctico para atraer a aquellos que no sienten demasiado interés por la historia formal.





 Bibliografía

 

  • Castellarnau Arfelis, A. (2020). Cleopatra. RBA coleccionables, S. A. U. España.
  • Míguez Santa Cruz, A., et alii (2021). Juego de Tronos: un Dialogo con la Historia (y con las Humanidades). Universidad de Cádiz: departamento de Historia, Geografía y filosofía.