ENTREVISTA

María Sánchez. Foto: José González

María Sánchez: "Trabajo por la redignificación de la vida en el campo".



María Gago.


María Sánchez (Córdoba, 1989), veterinaria de campo, revolucionó el panorama poético joven español con su primera obra, Cuaderno de Campo (La Bella Varsovia, 2017). Tras el ensayo Tierra de Mujeres (Seix Barral, 2019) y el glosario Almáciga. Un vivero de palabras de nuestro medio rural (Geoplaneta, 2020), en 2024 ha vuelto a brindarnos su poesía con la publicación de Fuego la Sed (La Bella Varsovia).

Charlamos con ella sobre su obra, el panorama literario actual y su visión del feminismo y el mundo rural y cultural.

Es usted veterinaria, con una formación puramente científica, cosa relativamente poco habitual entre las/os poetas, ¿de dónde le viene el amor por las letras?


Bueno, yo creo que no es tan poco habitual. Antiguamente los científicos eran humanistas. De hecho, siempre cuento que el día que decidí ser escritora supe que escribir poesía no iba a ser incompatible con ejercer una carrera científica. Descubrí un libro de mi abuelo del año 1942, de segunda mano, de Veterinaria para la asignatura de Bioquímica, en el que cada capítulo empezaba con una cita literaria de La Tempestad de Shakespeare “Estamos hechos de la misma substancia que los sueños”. Quizá deberíamos preguntarnos por qué hemos normalizado separar la Ciencias de las Letras; el mundo no funciona en compartimentos diferenciados. Para mí sería muy doloroso tener que decidir y decantarme sólo por una cosa. Me entiendo a mí misma entre las dos orillas, cruzando y saltando entre ellas.



¿Cree que existe una relación directa entre su origen/profesión y su vocación poética? Es decir, si su contexto social, geográfico y profesional hubiera sido otro, ¿María Sánchez hoy sería poeta?


Tengo muy claro que posiblemente no. En mi caso, la suerte que he tenido con mi familia por la infancia que me regalaron, el haber tenido tan cerca los animales, haber crecido en una casa donde el campo está presente, donde tenían una quesería, un rebaño de cabras y ese amor que me transmitió la gente mayor de mi familia por el campo, por los animales y por el territorio me ha dejado huella. No sé si sería escritora. A lo mejor sí, nunca se sabe, pero quizá no sería la persona que escribe hoy ni trataría los mismos temas.

 

 

En 2017 conocimos su primer trabajo, Cuaderno de Campo (La Bella Varsovia). Descubrimos a una joven poeta que se alejaba de las tendencias temáticas y estéticas de sus compañeras/os de generación. ¿Cuáles fueron sus influencias?


Cuaderno de campo bebe de libros puramente científicos: manuales de anatomía, libros sobre el cuidado de árboles, manuales para la poda, libros muy técnicos, mis propios apuntes de la Facultad de Veterinaria y también muchos clásicos. Es un libro que descansa mucho más sobre esa base científica y sobre todo lo relacionado con mis años de estudiante que sobre otros libros de poesía u otro tipo de literatura.

Siempre tuve muy claro cómo quería que fuera el primer libro: quería que fuese una carta de presentación y, afortunadamente, es un libro al que no le cambiaría nada. Estoy muy orgullosa de ese cuadernito de campo que me cambió la vida sin yo esperarlo ni saberlo.


La obra fue muy bien recibida y logró excelentes resultados. Desde ese momento, en los ambientes poéticos y publicaciones literarias comenzó a sonar con fuerza el nombre de María Sánchez. ¿Cómo se gestiona, desde un punto de vista psicológico, la presión que ejerce la etiqueta de “promesa de la literatura”?

Bueno, yo siento que no tengo esa etiqueta. Además, estas cosas no me las tomo en serio. Quizás esto ocurre porque mi profesión es veterinaria. Me gano la vida siendo veterinaria; luego todo lo que me traen los libros es bien recibido. Me siento muy agradecida y quizá esa sea la cuestión: desde dónde miro y siento las cosas. Creo que las personas que escribimos siempre tenemos una idea, una semilla en la cabeza que puede terminar en un poema, en un artículo, en un ensayo… pero no sufro por no estar a la altura de lo que se espera de mí. De hecho, mi cuarto libro es también un poemario y alguna que otra persona del mundo editorial me dijo que si no publicaba una novela se iban a olvidar de mí. Me da igual. Yo no funciono así. Escribo desde otros lugares y con otros ritmos y tengo la suerte de tener una profesión que me sustenta y que también me da libertad para decidir cómo quiero escribir y sobre qué.

El mundo rural, su cultura, los seres que lo habitan y trabajan en él conforman el eje vertebrador de su obra literaria. Su segunda publicación, el ensayo Tierra de Mujeres (Seix Barral, 2019), es además un homenaje al papel de la mujer rural. ¿Qué influencia considera que han ejercido las mujeres de su familia y entorno directo ya no sólo en la concepción de la obra, sino también en su propio devenir profesional y literario?


Gracias a la dedicación absoluta de mi madre con mi familia, todos hemos podido desarrollar nuestra carrera profesional. Para mí es muy importante hablar de esto porque en estos tiempos la memoria parece que está un poco frágil y muchos reescriben la historia; hay cierta romantización del pasado, especialmente de la vida de nuestras abuelas y de nuestras madres. Hay algunas voces que dicen que ellas vivían mejor que nosotras y a mí estas afirmaciones me dan mucho miedo porque yo sé de dónde vienen las mujeres de mi familia: Mi abuela fue dos días a la escuela de analfabetos; no sabía escribir. Mi madre fue una niña que nació en los 60 y que con 12 años tuvo que dejar el colegio y trabajar en el campo cogiendo aceituna y dedicarse a la casa. A ella la educaron para ser la perfecta ama de casa.

Siento que tengo una deuda enorme con todas las mujeres de mi familia. Por eso, se puede decir que este ensayo nace también de la necesidad de pedirles perdón, de entender qué mochilas cargaban y por qué no quería ser como ellas de pequeña. A lo mejor si mi madre, mi abuela o mis tías hubieran tenido la mitad de oportunidades que he tenido yo, podrían haber sido alguna de ellas la primera escritora de la familia. Creo que debemos tenerlas muy presentes y no olvidar de dónde venimos para saber hacia dónde queremos ir.



Por su trabajo, pasa buena parte de su tiempo en el campo, ¿cómo influyen la vida rural y sus ritmos en el proceso creativo?


Bueno, ya no pasó tanto tiempo en el campo porque ya no soy la veterinaria que era cuando escribí Tierra de mujeres. Actualmente trabajo en los programas de conservación de razas autóctonas en peligro de extinción. Colaboro con las asociaciones y ahí, de alguna forma, también entra mi parte literaria, ya que estoy recopilando y haciendo archivos de las razas y de todas las personas, sus vínculos, el territorio y lo que hay detrás de cada raza autóctona. Pero yo vivo en el campo. Para mí no hay una influencia de la vida rural, es que yo siento que la vida rural y que el campo está en mí porque no lo veo como algo exterior, sino que formo parte de ello. Veo como un privilegio poder vivir en una aldea, levantarme con el canto de los pájaros. Trabajo desde casa y cuando se me cruzan las cosas puedo salir a dar un paseo, estar un rato con los animales. Eso permea en mi obra. Por ejemplo, en Almáciga uso el símil de escribir como sembrar. Yo concibo la escritura así, como quien trabaja un huerto: hay incertidumbre, hay fracasos, hay semillas que no se dan, hay años que vienen malos, hay plagas que se cargan la cosecha… Hay muchos factores que influyen, no todo es uno más uno son dos. Por tanto, yo también concibo la escritura con esos ritmos, con esos tiempos del campo.

 

 

En su última obra, Fuego la sed (La Bella Varso- via, 2024), aborda la cuestión de la emergencia climática. Usted, en contacto permanente con la naturaleza, probablemente observará sus consecuencias de manera más directa y evidente que quienes vivimos en un contexto urbano…


Quizá todo lo que yo sé lo he aprendido a base de escuchar y conversar con las personas que habitan un territorio. Esto no es algo nuevo: yo he crecido —y son versos que aparecen en Fuego la sed— con esa inquietud. Por eso, las guardas del poemario son los registros de la lluvia de  mi abuelo.


Esa es la preocupación constante que aparece en versos del libro: “ya no llueve como antiguamente”. Lo veo también en mi familia y en el pueblo cuando les es- cucho lamentarse “Ay, los antiguos, si vieran cómo está el campo”. Es la inquietud que provoca saber que la tierra se está transformando y ver todas las consecuencias de ese cambio del tiempo, de la falta de lluvia o de que, cuando llueve, llueve mal. Todo esto, además, está ligado a procesos industriales que hacen que se agote el agua. Veo esas consecuencias trabajando en el campo, pero sobre todo en mi día a día, con mis propios vecinos y con mi familia.

Tradicionalmente, la Poesía ha sido un medio de expresión de emociones, inquietudes y anhelos, pero también ha sido una potente arma para remover conciencias. ¿Qué cree que puede hacer la Poesía en relación a la crisis climática?


La poesía puede ser lo que le dé la gana y, quizá por eso, es el género que más disfruto y en el que también me detengo para escribir libros y hacerlos caminar. En mi caso, en este último libro el poema me sirve como pellizco, para que volvamos a mirar las cosas con esos primeros ojos, como cuando éramos niños y teníamos hambre de ver, de conocer y de nombrarnos. Para mí, el poema es el medio a través del cual la gente logra prestar atención a lo que les rodea. El poema consigue que nos volvamos a conmover. La poesía ha sido la manera que he tenido de encontrar la respuesta a esas preguntas, a esos dolores, a esas situaciones o historias que necesito mirar desde otro lado. Por eso en este libro los animales hablan, cuentan y hacen preguntas que quizá nosotros todavía no somos capaces de formular.

 

 

Otra característica de su literatura es el claro y potente mensaje feminista. En estos tiempos en los que por fin podemos denunciar públicamente —no sin riesgo de ser puestas en cuestión— comportamientos o agresiones machistas en diferentes esferas de la vida pública y privada, ¿puedo preguntarle si ha sufrido alguna vez, en el ámbito poético, una situación de este tipo?


Sí. De hecho, cuando salió Tierra de mujeres era algo que hablaba abiertamente en muchísimas entrevistas, o sea que eso está publicado. Muchas veces pensamos que en el campo hay más machismo o que la gente es más bruta; eso es una mirada muy prejuiciosa cuando el machismo y la desigualdad está presente en todos los medios. Es muy curioso que en mi trabajo como veterinaria me he sentido siempre muy respetada y sin obviar mi situación de privilegio en mi trabajo. En cambio, cuando empecé a salir a leer en recitales, a eventos, viví situaciones horribles. Por ejemplo, en Córdoba, un editor me dijo que si me acostaba con él, publicaría una plaquette. Luego le dijo a su compañero que yo me había acostado con él. Esta persona, más tarde, me explicó que no me podían publicar porque había tenido relaciones con ese editor, lo cual era absolutamente falso. Sentí que no importaba mi poesía, sino que simplemente era un cuerpo más, carne fresca en el mercado.

La primera vez que leí en público en Madrid, nada más bajarme del escenario, un señor me dijo que era muy graciosa porque leía con mi acento. Me pareció muy violento y me quedé en shock. Son esas situaciones que luego te vas contestando a ti misma y sientes no haber reaccionado a tiempo.

Cuando salió Tierra de mujeres, personas de prestigio el mundo de la literatura me decían que vestía muy bien para ser de campo.

He vivido ese tipo de situaciones, a las que habría que sumar aquellas en las que sientes que se trata de silenciar o de no tener en cuenta tu obra, especialmente en actos públicos, al conversar con otros escritores.

He tenido momentos un poco complicados, pero por fin podemos hablar y, afortunadamente, lo hablamos también entre nosotras y lo compartimos porque poder hablar y contar este tipo de experiencias es sanador.

 

 

Hasta hace no demasiado tiempo, en las generaciones poéticas sólo se incluían nombres masculinos. En las últimas décadas esta tendencia ha ido cambiando y cada vez son más las mujeres poetas que logran abrirse camino y ser reconocidas. ¿Cree que se han alcanzado ya cotas aceptables de igualdad de género en la Poesía?


Creo que deberíamos ver cuántos libros de mujeres se publican y qué pasa con los segundos y terceros libros de escritoras, porque quizá hay mucho impulso por la novedad, pero ¿cómo se desarrolla la carrera de fondo de una escritora? ¿qué ocurre con su siguiente libro? Creo que habría que ver las estadísticas para saber realmente cuántas carreras de mujeres son constantes y no se ven interrumpidas o hay un silencio y no vuelven a publicar, o publican en editoriales más pequeñas. Es un tema que me preocupa y siento que debemos apoyar esas carreras de las escritoras.



Se ha convertido usted en una autora incontestable. Desde la publicación de su primera obra, en 2017, han sido numerosos los premios que le han otorgado. Muchos de ellos son puramente literarios —como el de Artes y Letras de la Fundación Princesa de Girona o el reciente Premio Zenda de Poesía—, pero otros tantos reconocen su labor de defensa, protección y promoción de los entornos rurales, ¿cuál de las dos facetas le enorgullece más?


No es que no esté orgullosa, pero creo que si yo escribo y para mí es tan importante hablar de estos temas es porque trabajo por la redignificación de la vida y de las historias de las personas que trabajan en el campo y de los medios rurales. Entonces, si mi obra sirve para que ellos se sientan reconocidos, se sientan válidos, que sus historias también merecen la pena, para mí es un regalo. Y también porque estamos en un mundo en el que necesitamos plantearnos y hacernos preguntas, en un mundo de crisis, de emergencia climática, y no lo puedo separar. No hay una María que dice “voy a escribir un poema político y lírico”. La persona que escribe tiene una ideología, unas creencias y unas opiniones; no está separado, va todo ligado.



Por último, como a todas las personas a las que entrevistamos, le voy a pedir que nos recomiende un libro, un disco y una película.


Libro:  Insaciable de Małgorzata Lebda. https://temporalcasaeditora.com/ producto/insaciable/


Disco: Magdalene de FKA twigs.


Película: Lazzaro felice de Alice Rohrwacher.