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El pájaro, la rana y otro juego de Manet con el pasado.


Alfonso Aldea García.

Profesor de Enseñanza Secundaria y Licenciado en Historia del Arte..




Resumen

En El almuerzo sobre la hierba, Édouard Manet parte de un conjunto de antecedentes formales y significantes de la tradición artística con el fin de jugar con ellos y darles un nuevo valor. Aunque sus modelos compositivos están bien identificados, proponemos referencias menos explícitas que subrayan el giro estético que protagoniza el pintor francés: la presencia de un pájaro y de una rana que remiten a El toro joven, de Paulus Potter y al tema cristiano de la Anunciación.


Palabras clave: Édouard Manet, El almuerzo sobre la hierba, Paulus Potter, Physiologus, Anunciación, pájaro, rana.

 



Con frecuencia, es una regla del arte que la fuente de las representaciones sean las imágenes del pasado. El préstamo iconográfico ha sido un recurso tan normal que no sería difícil rastrear cualquier ilustración y remontar su origen a los tiempos más remotos de la historia. Y eso no tiene nada que ver con el conservadurismo artístico porque podríamos hacerlo incluso entre artistas presuntamente revolucionarios, aquellos en los que se produce un giro, cuando no una ruptura, con la tradición. Pablo Picasso es un caso paradigmático: en su obra son incontables las huellas de Ingres, de Manet, de Delacroix, del arte africano o ibérico… Este fenómeno también lo vemos en otros artistas que iniciaron una nueva vía, como en Édouard Manet, que rompió con el realismo y el academicismo romantizante y contribuyó a abrir el paso al impresionismo. Son varias las obras en que Manet, partiendo de la iconografía recibida, transgrede sus límites, jugando con las expectativas del público.

Es bien conocido el impacto que tuvo en él su conocimiento de Velázquez y de Goya, primero a través de la Galería española, abierta en el Louvre en 1838 por el rey Luis Felipe de Orleans, que sacó provecho de los bienes desamortizados de la Iglesia en 1835, y después gracias a su viaje a España en 1865. De estos préstamos saldrían obras como El niño del pífano, El fusilamiento de Maximiliano, El balcón, El torero muerto o El cantante español.


 

Édouard Manet, Almuerzo sobre la hierba, 1863, Museo de Orsay. Google Art Project con Licencia Creative Commons.

En la obra más rupturista de Manet, El almuerzo sobre la hierba (1863), se han destacado sus aspectos formales (la alteración de la perspectiva, la planitud de la luz en el desnudo) y se han identificado sus préstamos más evidentes: El concierto campestre de Giorgione y/o Tiziano y la parte derecha de un grabado de Marcantonio Raimondi, El juicio de Paris, que a su vez copiaba un fresco perdido de Rafael Sanzio.

Giorgione y/o Tiziano, Concierto campestre, c. 1510, Museo del Louvre. Licencia Creative Commons.

Marcantonio Raimondi, Juicio de Paris, copia de Rafael, grabado, c. 1515-16, Galería Estatal de Stuttgart. Licencia Creative Commons.

Lo que ha suscitado menos atención es la presencia, en los márgenes de la pintura, de dos pequeños animales: en lo alto, un camachuelo (macho); en el extremo inferior izquierdo, una rana, muy abocetada. En varias ocasiones, Manet viajó buscando el encuentro con los maestros antiguos y estuvo en los Países Bajos en 1852 (volvió en 1856). Allí tuvo que contemplar, al menos por su fama, El toro joven de Paulus Potter.

Detalle del camachuelo en la obra de Manet.

Un camachuelo (macho). Foto de Pick Pick, libre de derechos.

Detalle de la rana en la obra de Manet.

Localización de los dos animales en El almuerzo sobre la hierba.

En el Siglo de Oro de los Países Bajos, Paulus Potter era el gran especialista en el tema de paisaje con ganado. El orgullo holandés por la riqueza nacional fue la motivación fundamental de ese género y esta obra fue, en el siglo XIX, la pintura más prestigiosa del arte holandés, junto a la Ronda nocturna y a La lección de anatomía del doctor Tulp, ambas de Rembrandt. Eugéne Fromentin, en su adelantada obra Maestros de antaño (1876), así lo certificaba con La lección de anatomía [del doctor Tulp] y La ronda de noche, El toro, de Paulus Potter, es lo más célebre que hay en Holanda».

Además, el toro de Potter era todo un símbolo, como lo fue el Cisne amenazado, de Jan Asselijn, de la fortaleza y resistencia de la república, orgullosa de su independencia. El encargo debió de tener relevancia porque es un lienzo de tamaño natural, algo muy infrecuente. Potter evita la simetría: siguiendo la lección del clasicismo veneciano, coloca un árbol en primer plano y abre una amplia perspectiva en el otro lado, sobre la que se cierne ese pajarillo, que podría ser una alondra, que asciende cantando, anunciando el amanecer del nuevo estado. Sobre la escena, la alondra proclama un momento exultante:


«…la alondra al romper el día surgiendo / de la tierra hosca, canta himnos a la puerta del cielo»

(W. Shakespeare, Soneto 29)

Paulus Potter, El toro joven, 1647, Maurithuis, La Haya. La presencia del pájaro y la rana está señalada. Licencia Creative Commons.

La presencia de una rana en primer plano, a la que mira melancólicamente una vaca (entonces no había trenes), parece extraña. Los holandeses llamaban a su tierra —lo de tierra es casi un decir— Kikkerlandje (Tierra de ranitas), pero es casi seguro que Potter jugaba también con otras asociaciones. En el Physiologus, una descripción moralizante de todo tipo de seres naturales (entre los siglos II y IV d.C.), se afirmaba que la rana terrestre representa al hombre justo y abstinente que trabaja con paciencia en la adversidad, pero si se expone a los deseos mundanos (la lluvia), muere; la rana de agua, en cambio, no soporta la abstinencia y cede al deseo, la pecadora. El paisaje de Potter muestra al fondo una ciudad bajo la lluvia (Rijswijk), mientras el primer plano, con la rana, está seco.

La obra puede ser todo un alegato de las virtudes de los ciudadanos del Estado holandés. El paisaje con ganado no necesitaría del pájaro, pero debe recordarse que las hostilidades con Monarquía Hispánica estaban detenidas desde 1643 y las negociaciones para la definitiva independencia de los Países Bajos estaban casi terminadas (el Tratado de Münster, que la reconoció, se firmará enseguida, en enero de 1648). El pájaro proclama, pues, el nacimiento del nuevo Estado, una república con la esperanza de los hombres justos.

El grabado en cobre de Pieter Van der Borcht (1540-1608) de una edición holandesa del Physiologus. Se reproduce con permiso de David Badke y la Universidad de Victoria (Canadá).

Sabemos de qué obras del Renacimiento tomó Manet prestada la composición, pero ¿es una casualidad la presencia de un pájaro y de una rana en El almuerzo sobre la hierba? ¿De la mujer que se inclina en el agua, al fondo de la imagen? Encontramos un antecedente del cuadro de Potter —e, indirectamente, de Manet— en un grabado de Pieter van der Borcht (1540-1608) de una edición holandesa del Physiologus (en la versión de san Epifanio), en el que la rana terrestre está al sol mientras las ranas de agua están bajo la lluvia; al fondo, dos personajes se afanan sobre el agua. La iconografía de este emblema fue muy repetida porque el Physiologus era un texto muy recurrente en la moralización de la vida animal.

Puede que hubiera alguna clase de broma privada detrás de esta continuidad iconográfica. Quizás, más automática fue la presencia del ave en el vértice de la composición. Como en el tema de la Anunciación, el pájaro se cierne, pero esta vez sobre un jardín abierto. En la imaginería religiosa, la Virgen se sitúa en un jardín fecundo y cercado (Hortus conclusus, según el Cantar de los Cantares. IV) y ella misma es una puerta cerrada (porta clausa, según la visión profética de Ezequiel). Así lo encontramos, por ejemplo, en Fra Angelico (Anunciación del Armadio degli Argenti), donde la paloma se detiene sobre un espacio que reúne el jardín y la puerta, que comúnmente están separados.

Fra Angelico, Anunciación de san Marcos, uno de los paneles del Armadio degli Argenti (El armario de los exvotos de plata), una obra sobre madera, ejecutada entre 1451 y 1453 y conservada hoy en el Museo Nacional de San Marcos de Florencia. Licencia Creative Commons.

El triángulo formado entre los personajes de la Anunciación, con el ave en su vértice superior, se repite en Manet. Las diferencias, temáticas y de estilo, son significativas: la naturaleza ha reemplazado al jardín cerrado; la modelo, de vida independiente y que también ejerce la prostitución, a la virgen (grenouille, «rana» en francés, era una palabra vulgar para prostituta); la mujer como cuerpo abierto, a la mujer como puerta cerrada; el espacio comprimido y poco coherente, a la perspectiva lineal con un espacio cuidadosamente escandido; la pincelada ligera a la precisión del toque; la luz plana, a los colores degradados por las sombras. Todos estos giros no tendrían sentido sin ponerlos en el contexto de un depósito de imágenes, una genética en constante mutación de formas y significados. La transgresión que hace Manet de las connotaciones históricas y estéticas es otra anunciación, la de la nueva pintura.