Desde los márgenes. Análisis de la obra de Ana Mendieta.
Daniela Carbone Mencucci[1]
Universidad de Palermo.
Resumen
Las creaciones artísticas de Ana Mendieta posibilitan un diálogo entre el campo del arte y el activismo político. Pueden comprenderse como performances, en términos de Diana Taylor, como actos vitales de transferencia por el cual se comunica un saber social y una memoria compartida. Performances en torno a la violencia ejercida sobre los cuerpos femeninos colonizados. En este sentido, el objetivo de la siguiente investigación es indagar sobre las potencialidades de las obras de la artista y reflexionar sobre el giro afectivo en las prácticas curatoriales. Se toma como caso de estudio la serie Siluetas (1973-1980) desde una estética descolonial situada en el Sur global. La artista a través de los actos rituales-políticos critica los cánones de belleza impuestos por la sociedad y anclados en la historia del arte. Además, propone una nueva definición de lo femenino logrando la deconstrucción del objeto del arte tradicional.
Palabras claves: arte contemporáneo, estética descolonial, performances, actos rituales políticos, prácticas curatoriales.
Abstract
Ana Mendieta's artistic creations enable a dialogue between the field of art and political activism. They can be understood as performances, in Diana Taylor's terms, as vital acts of transfer through which social knowledge and shared memory are communicated. Performances around the violence exerted on colonized female bodies. In this sense, the objective of the following research is to investigate the potential of the works and reflect on the affective turn in curatorial practices. The Siluetas series (1973-1980) is taken as a case study from a decolonial aesthetic located from the global South. The artist, through ritual-political acts, criticizes the canons of beauty imposed by society and anchored in the history of art. Furthermore, it proposes a new definition of the feminine, achieving the deconstruction of the object of traditional art.
Keywords: contemporary art, decolonial aesthetics, performances, political ritual acts, curatorial practices.
Conocerse a una misma es conocer el mundo, y es también, paradójicamente, una forma de exilio del mundo. Sé que es esta presencia de mí misma, este autoconocimiento, lo que me hace dialogar con el mundo a mi alrededor por medio de la creación artística.
Ana Mendieta[2]
Introducción
El 18 de noviembre de 1948 nació Ana Mendieta en La Habana, Cuba en el seno de una familia de clase media. Su padre era un político opositor al régimen de Fidel Castro y su madre era profesora de química. A los doce años, Ana es enviada por medio del Operativo Peter Pan[3] hacia los Estados Unidos junto a su hermana Raquel, dos años mayor que ella. Situación que trastoca todas las esferas de su vida y da inicio a una producción artística signada por la diferencia.
Trabajó con la cultura afrocubana y amerindia. Incluyó en sus producciones, escenas de sacrificios rituales de animales y, asimismo, representaciones de violaciones a mujeres, en un acto de adhesión al movimiento feminista. No obstante, su obra ha sido politizada por la crítica de arte que en ese momento se encontraba liderada por el arte conceptual (Giunta, 2012).
Es relevante mencionar, que las creaciones de Mendieta son reconocidas a nivel internacional por posibilitar un diálogo entre el campo del arte y el activismo político. Retomando a la socióloga argentina, Karina Bidaseca (2017), Mendieta fue una gran artista doblemente exiliada, por la situación política de su país y por su género.
Su deceso ocurrió de manera trágica al ser arrojada desde el piso 34 ―que compartía con su pareja, el pintor minimalista Carl André, ubicado en Greenwich Village en la ciudad de Nueva York― luego de una discusión el 8 de septiembre de 1985. André fue acusado como responsable del feminicidio, pero por falta de pruebas fue absuelto. Sin embargo, es juzgado social y públicamente aún hoy en la actualidad.
En 1967 Mendieta estudió en la Universidad de Iowa el grado de pintura y se matriculó en el programa de Arte de Medios Múltiples y Video en 1970. En la ciudad entra en contacto con la población local y es denigrada por su condición de mujer latina, migrante y de color. En ese mismo instante, supo que debía trazar su propio recorrido esquivando el racismo y el sexismo.
Desarrolló sus performances en términos de la activista Diana Taylor como actos vitales de transferencia por el cual se comunica un saber social y una memoria compartida, rasgos que la convierten en una práctica casi epistémica en tanto construye una manera de comprender el contexto circundante, a la vez que compone un dispositivo corporal que genera conocimiento mediante tácticas de sentido o conductas actuadas, las cuales pueden ser reales o ficticias (Lucero, 2014). Performances que giran en torno a la violencia ejercida sobre los cuerpos femeninos colonizados, inspirando la metáfora del cuerpo de la mujer como la primera de las colonias humanas.
La originalidad de la obra de Mendieta reside en su potencial transgresor al utilizar su propio cuerpo como soporte para plasmar representaciones efímeras. Cuerpo-archivo como acervo de memoria que habilita un espacio in between[4], al articular lenguajes artísticos y políticos. Por medio de las imágenes conforma una nueva cartografía y al mismo tiempo enuncia una innovadora posición poética-política para pensar las prácticas curatoriales.
Nos servimos de los aportes de la intelectual Marta Sierra para abordar la necesidad de una nueva cartografía para la acción. La autora sostiene que el mapa es un excelente punto de partida para interrogarnos acerca de cómo el lugar delimita la mirada y la voz del discurso feminista. Es imperante comprender que son mapas de poder que revelan y definen identidades. Por un lado, ocultan la diferencia y, por otro, legitiman la ocupación territorial (Bidaseca y Sierra, 2022).
La obra de Mendieta es sumamente original ya que produce conocimiento al interpelar tanto a la audiencia como a la academia. Siembra cuestionamientos inéditos que no tenían lugar pero que actualmente son temas vigentes en la agenda pública. En efecto, cabe preguntarse, ¿por qué la serie Siluetas es considerada una obra de arte contemporánea? ¿En qué consiste la estética descolonial?
En primer lugar, en Vida y obra de Ana Mendieta proponemos un recorrido por la trayectoria personal de la artista para pensar cruces entre sus experiencias privadas y su producción artística. En segundo lugar, en Delimitando territorios, describiremos en profundidad la obra «Alma. Serie de fuego» (1975) ―perteneciente a la serie seleccionada― desde un análisis material, técnico y simbólico. Por último, realizaremos algunas consideraciones finales para arribar a conclusiones sobre la permanencia-ausencia en el arte contemporáneo.
Vida y obra de Ana Mendieta
Resulta pertinente trazar puntos de encuentro entre la biografía de Ana Mendieta, la prolífica obra y las conflictivas relaciones entre su país de origen, Cuba y el país que la recibió, Estados Unidos, con el propósito de realizar una lectura curatorial situada. En este sentido, retomamos los aportes del filósofo Arthur Danto para interpretar la obra contemporánea como una forma de filosofía visual capaz de expresar conceptos de un modo no discursivo. El significado no se encuentra cercado, sino que se produce a partir de la conversación entre la obra, la audiencia y el contexto. El tránsito de Mendieta por suelo americano no fue un lecho de rosas sino más bien un sendero sinuoso plagado de espinas que la enfrentó a una nueva realidad entre casas de acogida y orfanatos.
Durante el período de 1973 hasta 1977 produce la serie Siluetas ―comprendida como un conjunto de actos performáticos y performativos[5]― en diversas locaciones. Cabe mencionar, que son obras efímeras que representan la silueta de la mujer sobre diversos materiales y en soportes naturales como piedra, fuego, tierra y sangre. Refieren a la fugacidad del paso del tiempo por lo que es crucial que sean inmortalizadas en fotografías y videos para perpetuarlas en la memoria colectiva. Siguiendo al autor mencionado anteriormente, podemos resignificar la obra en su totalidad gracias a que el arte supo soltar las amarras de la representación para así adoptar una naturaleza de carácter conceptual.
Por consiguiente, Mendieta logra trascender los límites del cubo blanco realizando un cruce entre el land art y el body art. Diferenciándose de sus colegas (adeptos al minimalismo y al conceptualismo) al presentar acciones que dominan lo íntimo y lo precario alejándose de la monumentalidad de los grandes paisajes a través de simples contornos.
Danto, propone el concepto de transfiguración para dar cuenta del pasaje que realiza el arte a lo largo del tiempo. La transfiguración implica un quiebre en la manera de comprender el arte y su valor. El objeto de la artista, de cubrir su cuerpo con flores, tierra, sangre, ramas, arcilla y barro hace alusión a la necesidad de marcar la huella corporal enfatizando la ausencia. Asimismo, la necesidad de mantener una conversación con el paisaje a través de su silueta fundiéndose con la tierra y convirtiéndose en una extensión de la naturaleza provoca que la naturaleza se convierta en una extensión de su cuerpo.
Retomando los aportes de la historiadora del arte, Andrea Giunta, no es azaroso que Mendieta haya realizado sus siluetas en la naturaleza ya que de esta manera logra señalar un territorio específico marcado por todas las problemáticas culturales y sociales. Siluetas que invitan a redefinir la cartografía de América y que funcionan como contra-discursos frente a las lógicas del pensamiento occidental. Desde entonces, su trabajo va a tender a radicalizar las experiencias de la diferencia incorporando otras propuestas con las que violenta su cuerpo, volviéndolo un espacio de experimentación de exposición y de visualización, es decir, un texto, un lugar donde los conflictos pueden ser leídos por otros y por ella misma (Giunta, 2011, p.44).
Delimitando territorios
La obra titulada «Alma. Silueta de fuego» fue realizada en 1975 en Iowa, Estados Unidos. Representa la fuerza de las mujeres y la necesidad de retornar al origen materno. Consiste en una performance donde la naturaleza y el cuerpo de Mendieta entran en un perfecto diálogo. El registro[6] fue filmado con una cámara, dura tres minutos y treinta segundos, sin sonido y a color. Muestra una silueta sobre la tierra, con las manos en paralelo a la cabeza junto a hojas y lienzos de color blanco.
La artista recorta la imagen impidiendo que se pueda ver más allá de los límites impuestos. Pretende que el espectador dirija su mirada únicamente hacia la silueta y la tierra. La imagen presenta una edición y luego continúa. En el centro del cuerpo se puede ver una llama que crece, que se mueve con el viento como así también una tela quemada y humo negro. La silueta termina quemándose completamente dejando sólo restos de cenizas.
Mendieta reclama su identidad en las líneas del contorno del cuerpo que se funden en la tierra. Logra empoderarse sobre el nuevo territorio, que recupera como propio, exponiendo de manera crítica el juego de permanencia-ausencia a partir de los residuos de la obra. Retoma lo residual como acto político al posicionarse como una artista crítica del mainstream. Se concibe como una mujer latina inmigrante que trabaja desde los márgenes cuya obra resiste en un nuevo espacio con dimensiones ritualistas.
El objetivo de fundir su cuerpo en la naturaleza es iluminar su existencia en un territorio propio. La utilización del elemento fuego nos permite reflexionar sobre el poder de transmutación y la convergencia de su doble naturaleza en un discurso transformador. Por tanto, consideramos que la obra es un despliegue en tanto acto artístico y político. En una entrevista, Ana expresaba:
La creación de mi silueta en la naturaleza guarda la transición entre mi tierra natal y mi nuevo hogar (…) es una forma de reclamar mis raíces y volverme una con la naturaleza. Aunque la cultura en la que vivo es parte de mí, mis raíces y mi identidad cultural son resultado de mi herencia cubana[7].
Consideraciones finales
La obra de Ana Mendieta es una obra contemporánea, en términos del filósofo Danto, debido a su contenido conceptual, simbólico e ideológico. Realiza una fuerte crítica a lo establecido, cuestiona a la cultura occidental y al mainstream del mundo del arte. Además, trabaja desde un espacio de resistencia recuperando lo que permanece en los márgenes utilizando su cuerpo como soporte junto a diversos elementos de la naturaleza. Por medio de los actos rituales-políticos de sus performances critica los cánones de belleza impuestos en la sociedad y en la historia del arte. Propone una nueva definición de lo femenino alejándose de los estereotipos y, definitivamente, logra en su producción artística, la deconstrucción del objeto de arte tradicional.
Sin duda, su obra no puede ser entendida desde la apariencia física sino desde su propuesta teórica. Propuesta que produce conocimiento, es decir, que habilita espacios de crítica, plantea preguntas filosóficas, siembra debate, desafía conceptos convencionales de la realidad y la percepción. Podemos concluir, que el rol del curador es clave en la comprensión de las obras de arte contemporáneas en general y de las obras de Ana Mendieta en particular ya que son los encargados de interpretarlas. Retomando a la curadora argentina, Kekena Corvalán (2022, p. 29), es necesario:
Operar desde una curaduría afectiva en tanto ejercicio de escucha que sitúa y demarca. Una curaduría que plantea contextos nuevos porque los inventa poniendo en juego una energía específica que emerge territorializando deseo. En otras palabras, hacer enunciaciones que logren interrumpir el circuito ideológico y vital de una sociedad con enunciados otros.
En esa misma línea, podemos asumir que el curador trabaja como un puente entre los artistas y las instituciones enfrentándose al desafío de generar nuevos discursos ―que intenten alejarse de los relatos hegemónicos― posibilitando nuevos significados.
Referencias bibliográficas
Bidaseca, K. (2022). Descolonizar el tercer espacio. Entre Oriente y Occidente. Estéticas feministas situadas en el sur. I ed. Ciudad de Buenos Aires. CLACSO.
Bidaseca, K y Sierra, M. (2022). El amor como una poética de la relación: discusiones feministas y artivismos descoloniales. I ed. Ciudad de Buenos Aires. CLACSO.
Corvalán, K. (2022). Curadurías del fin del mundo. 5 casos de curaduría afectiva: curaduría, artes visuales y feminismo. I ed. Ciudad de Buenos Aires. Julia Laurent.
Danto, A. (1981). La transfiguración del lugar común. Una filosofía del arte. Paidós.
Danto, A. (2005). El abuso de la belleza. La estética y el concepto de arte. Paidós.
Giunta, A. (2011). Escribir las imágenes: ensayos sobre arte argentino y latinoamericano. I ed. Ciudad de Buenos Aires. Siglo XXI Editores.
Lucero (2014). Crónicas performativas. En Dossier REF.
[1] Lic. en Humanidades y Ciencias Sociales con orientación en sociología con Diploma de Honor Cum Laude de la Universidad de Palermo y actualmente, maestranda en Gestión estratégica de marketing digital de la Universidad de Buenos Aires. Especialista en estudios culturales y teoría crítica desde un enfoque multidisciplinario y situado desde el Sur Global. Las líneas de investigación giran en torno al cuerpo, la tecnología, la subjetividad y la política a partir del análisis crítico de manifestaciones artísticas visuales-literarias. Investigadora Miembro adherente de la Universidad de Palermo. https://orcid.org/0009-0006-7227-1338
[2] Mendieta, Ana. Arte y política. En: Reído, Maria. Ana Mendieta. Euskal Herria: Nerea, 2002.
[3] Operativo organizado por la Iglesia Católica para salvar a los niños del comunismo dado que su padre era un preso político del régimen de Fidel Castro.
[4] El teórico cultural Homi Bhabha desarrolla que el espacio in between provee el terreno para elaborar estrategias de identidad que inician nuevos signos de identidad y sitios innovadores de colaboración y cuestionamiento, en el acto de definir la idea misma de sociedad. En Bhabha (2022). El lugar de la cultura. Buenos Aires Manantial, p. 18.
[5] Acto performativo según Judith Butler refiere a un discurso que no solo describe o representa una realidad existente, sino que también tiene el poder de constituir o producir una realidad misma.
[6] Video de «Alma. Silueta en fuego». Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=HZE_3CnCeB0
[7] Fragmento recuperado de https://www.nytimes.com/es/2018/09/21/espanol/cultura/ana-mendieta-artista-obituario.html
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