En el presente monográfico hemos evidenciado ampliamente la influencia del cine en la industria del videojuego. Esta relación se desarrolló de manera progresiva a lo largo de los noventa, hasta el punto de que a finales de esa década ya casi podíamos hablar de “películas interactivas”. Incluso plataformas de votación populares como Filmaffinity han introducido en los últimos años un nuevo topic llamado "videojuego narrativo", lo cual ilustra cómo las fronteras entre ambos cauces de expresión cada vez son más difusas.
A nuestros ojos, Shenmue (Dreamcast, 1999) fue el primer software de entretenimiento que desprendió un inconfundible buqué cinematográfico. No sólo hablamos de la complejidad de la trama o el gran número de cinemáticas, sino del sentido artístico de los “encuadres y movimientos de cámara”, que además se beneficiaban de unos gráficos muy superiores a los anteriormente vistos. Es decir, por mucho que los jugadores quedasen extasiados al visionar una conversación entre Solid Snake y Revolver Ocelot en Metal Gear Solid (Psx, 1998), sus polígonos marcados y excesiva cantidad de píxeles nos arrebataban ipso facto la incipiente sugestión cinematográfica.
Por otro lado, en los últimos tiempos se está utilizando el cine como herramienta de aprendizaje histórico y material de apoyo docente. Ante este avance, surge la pregunta de si los videojuegos podrían desempeñar un papel similar en la educación. Y ojo al spoiler, sí, pueden hacerlo. La cuestión radica en discernir cuales serían las muestras indicadas para tomarlas como paradigma (al igual que ocurre con el cine) y estudiarlas en las aulas. Dada su condición de hito indiscutible en la industria, nos parece de justicia poética elegir el Shenmue como objeto de disección. Y dentro de la enorme amalgama de posibilidades, pondremos el foco sobre uno de los aspectos que más desapercibidos han pasado en la obra de Yu Suzuki: la representación de la yakuza.
A continuación, querido lector, va a poder acceder a un documental donde analizamos la plasmación de la mafia japonesa en este videojuego. Además, la superpondremos, en un provocativo juego de espejos, con los gánsteres aparecidos en el género cinematográfico yakuza-eiga, tan famoso en las islas como inspirador para múltiples cineastas nipones y occidentales (Takeshi Kitano, Quentin Tarantino, etc.). No es trivial aprovechar el cine si buscamos comprender la cultura de la yakuza, así como los motivos detrás de su ascenso y posterior declive, especialmente cuando hasta hace poco escaseaban los estudios académicos sobre el tema. Como decía Antonioni “el cine es un espejo de la sociedad que lo crea, aunque a veces no nos demos cuenta”.
¿Ocurrirá lo mismo con Shenmue? Veámoslo:
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