El ocaso del mito del oeste americano. Confluencias cinematográficas en la saga de videojuegos de Red Dead Redemption.
Juan Carandell Rojo.
Doctorando. Universidad de Córdoba.
Resumen
Red Dead Redemption (2010) y su precuela Red Dead Redemption 2 (2018) son la gran incursión del videojuego en el género wéstern. Su principal creador, por no poder mencionar a la inmensa cantidad de personas que hay detrás de un videojuego, es Dan Houser. A lo largo de estas dos obras exploraría una gran cantidad de referentes cinematográficos y culturales en esta particular visión del Oeste Americano. Dentro de esta representación gráfica, la que sería una de las características más interesantes y que además suele definir a buena parte de la obra de Houser -recordemos la saga Grand Thieft Auto en la gran mayoría de sus títulos- es el extenso uso de una geografía imaginaria donde ubicar el título. Así, con estos paralelismos, al igual que Gillo Pontecorvo en Queimada (1968) se establece una muy interesante reflexión sobre el pasado, la nostalgia y la creación de un mito nacional.
Palabras clave: Wéstern, Historia de los E.E.U.U, Cine, Videojuegos, Red Dead Redemption.
Es de sobra conocido que el wéstern es el género que nace junto con el cine, aunque en la literatura tiene algunos elementos previos como las obras de James Fenimore Cooper o las de Karl May. Por lo que no es de extrañar que, en el videojuego, el género wéstern haya explorado diferentes historias aunando los elementos propios del lenguaje cinematográfico que en bastantes ocasiones comparten cine y videojuegos, como además los elementos propios de su elemento artístico, véase la duración de la historia, la jugabilidad, la inmersión o hacer sentir a quién está jugando como el protagonista total y absoluto de la narración vivida.
Mantenemos la firme convicción de que las artes no se restringen entre sí, si no que actúan como vasos comunicantes a la hora de la inspiración mutua, sin olvidar que en estas interacciones también son partícipes las diferentes disciplinas científicas, que en el caso de los géneros que echan la vista atrás al pasado, resulta más que evidente la influencia de las ciencias sociales y humanas.
Y al igual que los wésterns tuvieron una evolución constante en el cine, esta madurez pareja a su arte se ha dado también en los videojuegos, de forma que no podría ser de otra manera que el propio arte de los videojuegos acabase lanzando reflexiones sobre el mito fundacional de los E.E.U.U y se establezca una conexión entre ambas artes.
Es por tanto que la dupla de Red Dead Redemption evidencian enormemente esta relación entre cine y videojuego y sean consideradas obras maestras dentro de la industria por su enorme calado, historia de gran envergadura y su tremenda ambición. Aunque destaca mucho más el segundo título, funcionando como precuela, que el primero, pero analizaremos esto más adelante.
Red Dead Redemption es una mirada desde la ficción a los diferentes mitos que forjaron el Oeste. Pero es una mirada cargada de crítica hacia lo que sin duda fue una época dura que usualmente ha sido más bien objeto de edulcoración por parte de las ficciones, a la que cada vez más se arrojan miradas más profundas, menos maniqueas y más fundamentadas sobre los hitos que definen este marco temporal y geográfico. Quizás uno de los aciertos más interesantes de estos dos títulos es jugar con un Oeste imaginario, es decir, las localizaciones son ficticias, los referentes históricos deliberadamente ambiguos, pero sin embargo el proceso estructural del devenir histórico se plasma completamente.
Si tenemos que establecer un diálogo entre la dupla de videojuegos del británico Dan Houser y diferentes directores del cine wéstern deberíamos de señalar tres grandes grupos compuestos cada uno por dos directores. El primero sería el compuesto por John Ford y Howard Hawks, el segundo lo conformarían Sergio Leone y Sergio Corbucci y el último estaría integrado por Clint Eastwood y Sam Peckinpah. El razonamiento que lleva a esta división es la siguiente: Ford y Hawks representan el wéstern clásico pero teñido de cierta ironía y tono crepuscular. Pasamos, pues, a analizar estas conexiones.
Los dos Sergios del Spaguetti Western.
Aunque, estéticamente, Red Dead Redemption se enmarcaría más en los westérn modernos, tiene muchísimos elementos propios del spaguetti westérn. Quizás uno de los más fundamentales sea cómo refleja la violencia de forma disparatada, la cual suele ir acompañada de una melodía orquestal de Woody Jackson (acompañado por Bill Elm en el primer título) con una clara inspiración en las composiciones del gran Ennio Morricone. Así las cosas, Houser emplea estos dos referentes para la construcción de su narrativa. Si bien es cierto que huye de la estética feísta y en muchas ocasiones, operística de los spaguetti westérn, sí que mantiene esa música que marca bastante el ritmo de ambos juegos y se adapta bastante bien a los momentos más trepidantes del juego, destacando el tema principal y su empleo como leitmotiv que se alza de manera gloriosa en el impetuoso clímax final de ambos juegos.
En cuanto al aspecto de la violencia desmedida hay que analizar a los dos “Sergios” por separado. En el caso de Leone, las referencias aparecen reflejadas sobre todo en una cuestión de mecánicas. Ya que, a nivel estético del vestuario del personaje principal en ambos títulos, depende más de cómo los jugadores decidan vestirlo que de las opciones que ofrezcan los propios juegos. Ahora bien, esta forma en las que los tiroteos se resuelven en las cintas de Leone está aplicadas con la mecánica conocida como Dead Eye. En función de esta habilidad, el jugador en cualquier momento puede ralentizar el tiempo, elegir cuidadosamente los blancos y disparar. También se introduce esta mecánica, mucho más explotada en el primer juego, en relación con los duelos, buscando la misma sensación de tensión y creciente clímax justo antes del desencadenante de la violencia. Parejo a estos elementos mecánicos y estéticos de Leone, sin embargo, el apartado de las motivaciones puramente lucrativas al buscar el oro es cierto que están presentes, pero se difuman bastante, lo cual nos lleva a Sergio Corbucci.
Los wésterns de Corbucci son menos conocidos que los de Leone, pero no por ello menos interesantes o icónicos. Un ejemplo de enorme trascendencia sería Django, puesta en valor por Quentin Tarantino. Pero tampoco podemos olvidar títulos bastante más alocados, como Los Compañeros (1970), o tremendamente trágicos, como El Gran Silencio (1968). Corbucci era un decidido izquierdista y en buena parte de sus wésterns podemos apreciar cómo ciertas actitudes propias del fascismo son encarnadas por los villanos (Rea, 2021). Es decir, actitudes racistas, gobiernos autoritarios, dominio de la violencia, humillación de los débiles, etc. Mientras que los héroes, a pesar de partir de una motivación muchas veces mercenaria, acaban teniendo un compromiso con los ideales revolucionarios. Estas dos cuestiones supondrían las principales improntas que la obra de Corbucci deja en los videojuegos de Houser. En RDR2 los protagonistas inician su viaje como una panda de forajidos inmersos en ideales anarquistas, pero la necesidad monetaria con la que construir su utopía nunca parece materializarse, mientras que las ínfulas mesiánicas del líder hacen que el periplo cada vez sea más brutal y sanguinario y provoque una disrupción revulsiva en el seno de la banda. Por último, otro de los elementos más propios del cine de Corbucci llevados a ambos títulos de Houser es el de la violencia exagerada, disparatada, alocada y con presencia abundante de ametralladoras en todo momento. Haciendo que tanto John Marston como Arthur Morgan parezcan los personajes interpretados por Franco Nero en cintas como Django (1966), Los Compañeros o Salario para matar (1968). Este rasgo, a su vez, es compartido por otros títulos de Houser como la archiconocida saga y otro gran ejemplo de múltiples referencias cinematográficas, Grand Thief Auto.
Ford y Hawk y su mirada clásica
En el caso de Ford, podemos evidenciar la importancia de la familia encontrada como un elemento vehicular, sobre todo en las relaciones que establece Arthur Morgan, su personaje protagonista, con el resto de la banda. Es también evidentemente fordiano cómo a lo largo del título se nos muestra a personajes como Abigail Roberts como valiente y abnegada madre y de los personajes que más hace por mantener la cordura y el buen hacer en medio de la debacle. Tampoco podemos olvidar que es John Ford el cineasta que hace el periplo completo en el Oeste y que tanto celebra la génesis de los Estados Unidos como nación, mientras que evidencia y muestra los puntos oscuros que normalmente se suelen omitir en las gestas nacionales. Otrosí, le debemos por lo menos tres grandes wésterns crepusculares, que de una forma u otra marcarían muchísimo el tono y los diferentes rasgos de lo que serían las historias del Oeste enmarcadas en estas características. Nos referimos a Centauros del Desierto (1956), El Gran Combate (1964) y El Hombre que Mató a Liberty Balance (1962). Y es precisamente esta dinámica la que está bastante presente en ambos títulos que conforman RDR, pues si bien Ford celebra el mito fundacional, él es extremadamente consciente de sus enormes problemas. Citamos específicamente estas cintas por diversas cuestiones. El caso de Centauros, porque está protagonizada claramente por un antihéroe, Ethan Edward, un mando confederado derrotado, cruel, sanguinario, racista, metido en negocios turbios y que, por lo que la cinta nos deja entrever, ha sido el amante de su cuñada. A lo largo de siete años cabalgará el odio por las enormes extensiones del Oeste americano y finalmente se dará cuenta de que no tiene cabida en el nuevo mundo que está creándose. Sobre los restos de tribus indias masacradas y desplazadas, sobre los intereses de las grandes empresas del ferrocarril y sobre la extracción de recursos naturales se instaura la civilización en la que estos asesinos ya no tienen cabida. En este mismo sentido, se plantea Liberty Balance, pues finalmente el rudo cowboy de frontera es quién deja paso a las instituciones públicas y al Estado como elemento de cohesión y de civilización, y llega aquí a un punto que es hasta reflexivo con conceptos tan en boga actualmente como son la postverdad o las fake news, con la frase tan lapidaria de “Print the Leyend”. Debemos de analizar también la importancia de El Gran Combate, pues en esta película se nos narra el proceso del desplazamiento del pueblo Cheyenne y su huida hasta Canadá hostigados por la caballería del U.S Army. Esto también se evidenciará en RDR, aunque para cuando se desarrollan los eventos de ambos juegos, los indios están completamente desplazados y alojados en reservas, aunque tengan intentonas de hacer algún tipo de sublevación con pobre resultado.
La impronta fordiana está presente de una manera casi obvia. No en vano, con La Diligencia acabaría sentando las bases del género tal y como lo conocemos. En los propios juegos se sufre la encrucijada de atravesar un vado con un carromato tirado por varios caballos o la consabida persecución haciendo fuego con un fusil de palanca para reprender a los perseguidores.
Pareja a la idea de Ford, queda la impresión de Howard Hawks que sería bajo nuestra óptica la de las mujeres hawksianas (Iáñez, 2022). Es decir, mientras los hombres mantienen arduos debates, las mujeres vienen con la solución más obvia de la forma más natural posible. Esto, aunque en el primer título lo podemos evidenciar con la señorita McFerland y de nuevo con Abigail Roberts, se muestra muchísimo más en la posterior precuela con personajes femeninos de gran calado, siendo especialmente relevante Sadie Adler, pero sin obviar tampoco al resto del elenco femenino. Aquí podemos señalar a Miss Grimshaw como uno de los principales referentes hawksianos, siendo la jefa logística del campamento y la que muestra uno de los compromisos más férreos con la banda en sí misma. El resto del grupo, tanto mujeres como hombres, forman parte también de esta tradición picaresca de personajes disfuncionales pero unidos ante la adversidad. Esta pandilla antiheroica, aunque en el lado contrario al de la ley, sería un reflejo perverso del grupo de pintorescos adláteres propio del cine de Hawks que, si bien en sus películas se yerguen para defender al Sheriff frente a las tropelías de los criminales, aquí conforman una banda multiétnica unida bajo el liderazgo mesiánico de Dutch, pero con sus propias dinámicas de poder y contrapesos. Es bastante interesante contrastar cómo en RDR2 el propio título incide muchísimo en la vida comunitaria, en cada miembro aportando sus habilidades y talentos a la banda, ya sea usar el encanto para sonsacar información, las manos hábiles para robar carteras, la habilidad con un arma o montando a caballo. Por el contrario, RDR es un juego bastante solitario, ya que encarnamos a uno de los pocos supervivientes de la banda de RDR2. En todo momento, el hecho de que RDR2 actúe como una precuela deja una impronta y un aura trágica al conjunto, puesto que ya sabemos lo que va a ocurrir y es el inexorable camino de la profecía autocumplida en el que incide constantemente el título.
La última dupla de directores la estableceríamos aquí con Clint Eastwood y Sam Peckimpah. Precisamente por el retrato que ambos hacen de un Oeste completamente descarnado, crepuscular y cada vez más alejado del mito fundacional estadounidense. Esta es la impronta que más marca el tono de ambos juegos, pues si bien este camino lo inicia John Ford con el trágico viaje de Ethan Edward y la puerta del mundo familiar que se cierra, dejándole a él fuera, es con Peckimpah donde más repercusión tiene. En primer lugar, por el marco cronológico, ya que la obra más referencial al respecto de este director es sin duda Grupo Salvaje (1969), aunque también encontramos ecos bastante profundos de Pat Garret y Billy el niño (1973). Los aspectos más similares a los tropos explotados en Grupo Salvaje aparecen en el primer título de la dupla, pues nos muestra un Oeste entrando en el siglo XX, las tensiones de la guerra en Europa soplan de fondo, a los viejos revólveres se le suman ametralladoras más sofisticadas que las gatlings de la Guerra de Secesión, así como las escopetas de corredera y las pistolas semiautomáticas. Definitivamente los tiempos cambian y esa es una impronta omnipresente en los dos juegos. No obstante, en el primer título, es también un tropo muy común al cine de Peckimpah, el de la amistad traicionada y la persecución implacable por antiguos camaradas. Tanto en Patt Garret y Billy el niño como en Grupo Salvaje, esta es una de las temáticas principales. Si bien en el primer título de la saga se toma el papel del perseguidor a través de John Marston queriendo enmendar los errores de su pasado, en el segundo título se nos profundiza en esas faltas, mostrándonos la banda en su época de esplendor, pero también evidenciando que esa época dorada no es más que una perpetua huida hacia adelante bajo el amparo de un líder mesiánico.
Por último, nos queda explorar el paralelismo con el cine de Clint Eastwood como director, y aquí debemos atenernos especialmente a sus wésterns El Fuera de la Ley (1976) y Sin Perdón (1992), donde se exploran diferentes aspectos desmitificadores del Oeste. En el caso de El Fuera de la Ley, el paralelismo es más que obvio, un grupo de forajidos, exiliados tras la Guerra de Secesión, que deben recurrir a la violencia para escapar de su impecable persecución, pues en esencia es la eterna huida hacia adelante lo que funciona como motor principal de la trama de RDR2. La diferencia principal -y esto nos entroncaría con el último paralelismo con el cine de Clint Eastwood- es que, en El Fuera de la Ley los personajes buscan la tranquilidad y poder vivir en comunidad en un remanso de paz, mientras que la espiral de venganza, destrucción y violencia, tal y como advierte Arthur Morgan a lo largo del primer título, no los llevará a nada. Estos ecos de violencia intempestiva y de criminales irredentos son un reflejo directo de ese fantasmagórico e impecable William Munny, actuando como una fuerza vengadora y sanguinaria de la naturaleza en Sin Perdón. Donde a pesar de haber evitado su pasado buena parte de su vida, al final el impulso asesino lo vuelve a llevar a disparar a seis hombres sin perturbarse. Morgan sería el reflejo contrario a Munny, ya que, aunque es un homicida y un matón implacable, en el fondo es alguien que odia esa vida y que preferiría vivir en paz. El sistema de honor presente en ambos títulos hace que el jugador pueda optar por una senda aún más criminal o por otra de ayuda al prójimo. Esto es más evidente en la precuela, pues si el jugador decide optar por un camino honorable, en un momento dado tendrá una conversación trascendental sobre sus acciones y las decisiones a afrontar. En el caso de Morgan, se evidencia que es un buen hombre arrastrado por las circunstancias, pero aún así deja en manos del jugador la oportunidad de redimir al personaje, de que sus últimos actos sean paliar el mal que ha hecho en el mundo y buscar una salvación para aquellos que ya no pueden conseguirla por sí mismos.
En conclusión, si bien Red Dead Redemption era un buen wéstern llevado al videojuego, con una historia apasionante, repleta de acción y de violencia llevada a un extremo cómico, es en su precuela Red Dead Redemption 2 donde alcanza una madurez y una dimensión emocional e ideológica mucho más grande y compleja. El propio título muestra como la idealización del pasado no deja de ser una entelequia propia de la psique humana para poder sobrellevar un presente tortuoso y afrontar un futuro cuanto menos incierto. Tiene además la otra gran virtud: ser un juego de forajidos, lento y que se cuece poco a poco, que evidencia que el mito fundacional estadounidense, desde la ficción, no deja de ser un pasado oscuro al cuál la Historia le emite un veredicto que bajo ningún concepto lo absuelve, por mucho que la ficción haya realizado una serie de cantares de gesta en torno a ello.
Filmografía y bibliografía:
10. Red Dead Redemption 2:
2. Rockstar Games. (2010) Red Dead Redemption(primera entrega) [Videojuego]1
11. Salario para matar:
12. Sin Perdón:
Bogdanovich, P. (1971). John Ford [Libro]. Madrid, España: Fundamentos
Iañez Ortega, M. (2022). Una cosa te voy a decir. En A. Míguez & J. Carandell (Eds.), Clío entre neones [Libro]. Diputación de Córdoba.
Nathan, I. (2024). Clint Eastwood: la última leyenda de Hollywood [Libro]. Barcelona, España: Libros Cúpula.
Rea, L. (Director). (2021). Django & Django [Documental]. Italia: Nicomax Cinematografica, R&C Produzioni, Istituto Luce Cinecittà, Greater Fool Media.
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