Primeras Universidades Salamanca

Studium Generale: Primeras universidades hispánicas





José María Guerrero Montes

Universidad de Burgos.

 



Palabras Claves: Universidades, Studium Generale, Palencia, Salamanca.

 





Introducción

Para abordar la constitución de los primeros Estudios Generales en suelo peninsular, es necesario un acercamiento al origen de las instituciones que pudieran oficializar y promover sus enseñanzas, expidiendo títulos reconocibles y reconocidos, formando en varias disciplinas, a modo de centro nacional o internacional de promoción del conocimiento. Al margen de la controversia al respecto, la UNESCO reconoce a la mezquita y medersa de Qarawiyyin (Fez, Marruecos), fundada en el 850 d. C., como el centro de estudios superiores más antiguo que se conoce, productor de títulos, certificando los conocimientos adquiridos. Allí, alumnos reunidos en torno al profesor, adquirían conocimientos teológicos del islam, en un primer momento, para ampliar el campo de estudio de forma progresiva hacia la Literatura, la Historia, el Derecho o la Medicina, entre otras disciplinas: “La gran mezquita Qarawiyin de Fez es, al mismo tiempo, una de las universidades más antiguas del mundo. Fundada en el año 850, todavía hoy se enseña en ella la ley musulmana. De acuerdo con una tradición que data de los primeros tiempos del islam, los estudiantes suelen sentarse en el suelo formando círculo en torno al profesor” (Nashabi, 1977: 33).

 

De lo que sí tenemos consenso es de la antigüedad y origen de la primera institución de enseñanza superior en Europa. Este destino, madre del resto de las universidades fue el Studium Generale de la ciudad italiana de Bolonia. A imagen de este centro, tutelado por el Papa y la propia institución de la Iglesia, nacerían los de Oxford, París, Palencia o Salamanca. Su fundación, en 1088, está directamente ligada al término “Universidad”, cuando pasó de enseñar Derecho a ampliar su formación a todas las Humanidades (Teología, Geografía, Historia, Dialéctica y Retórica, Lenguas, etc.), conformando el alma mater de todos los estudios generales que la seguirían (Battle, 2022).

 

En un contexto hispánico y en pleno proceso de Reconquista, que conllevó la expansión del Reino de León y el fortalecimiento de Castilla, pronto nacería la necesidad de promover una institución de estudios superiores en tierras de los reinos norteños cristianos, al modo de Bolonia, de las surgidas en tierras inglesas o en el reino de los francos. El resultado sería la fundación de la sede del Estudio General de Palencia (1212), asumida posteriormente por Salamanca y a la que seguiría Alcalá de Henares, dentro de un movimiento académico que se venía consolidando desde el siglo XI con la aparición de las escuelas catedralicias y conventuales, la figura del maestro y la necesidad de instruir al aparato administrativo y curial del reino.

 

 

Studium Generale de Palencia

 

  • Antecedentes del Studium Generale

La actividad intelectual en los reinos hispánicos del norte peninsular experimentará una notable evolución entre los siglos XII y XIII. La cultura en este periodo de la Edad Media, promovida por el clero desde centros rurales, a modo de monasterios cistercienses y cluniacenses, pronto se ligará a las catedrales, colegiatas y conventos urbanos. Observaremos, por contacto cultural, cómo los contenidos originales, inclinados a la teología y a la materia religiosa, pronto se abrirán a la recepción de “aportaciones de intelectuales de otras culturas y religiones, así como a temas más cotidianos y de aplicación directa, como sucede con la medicina o las matemáticas” (Monsalvo, 2016: 285), incluyendo enseñanzas de Avicena, Averroes y la tradición grecolatina, impartiéndose clases por parte de un maestro que instruirá de forma gratuita a clérigos y a estudiantes pobres, como se recoge en el III Concilio de Letrán. De esta época se conservan documentos en los archivos catedralicios[1] que confirman la presencia de maestros con la dignidad de maestrescuela, así como el envío de estudiantes al extranjero y presencia de intelectuales de diverso origen, que participan en la vida intelectual (Monsalvo, 2016).

 

Encontramos la actividad académica bien definida en cuanto a materias, en obras como Etimologías, de San Isidoro de Sevilla, que parte de las disciplinas de trívium (gramática, retórica y dialéctica) y que ampliará su discurso hacia desempeños de la vida cotidiana: vestimenta, utillaje, labranza. Desde estas áreas de pensamiento, las temáticas de enseñanza en la Alta Edad Media, evolucionarán hacia el quadrivium, comprendiendo la Aritmética, la Música, la Geometría y la Astronomía.

 

Y en este caldo de cultivo, con la expansión de la frontera hacia el sur y el intercambio cultural con regiones geográficas como Toledo, tomada en 1085, así como ante la necesidad de formar a mejores élites gubernamentales y curiales, pero también para reforzar los centros de conocimiento, surgiría el primer Studium Generale de la Península Ibérica, ligado a una catedral y en un contexto geográfico concreto, a una urbe que habría experimentado un notable desarrollo urbano y humano (Torremocha, 2012), así como económico (sector textil): la ciudad de Palencia.

 

 

 

  • La Universidad de Palencia

Alfonso VIII de Castilla y de León (1155-1214), con el apoyo del prelado Tello Téllez de Meneses, convocaría a Palencia a maestros en teología y artes liberales, alrededor de 1208, según indica el cronista y obispo Lucas de Tuy (s. d.-1249) en su Chronicon Mundi (1236). Esta convocatoria tendría como resultado la fundación de la Universidad de Palencia[2] en 1212, en torno a la actividad que se venía desarrollando en la escuela catedralicia como centro de educación superior al que se accedería después de cursar estudios medios por otras vías, generalmente privadas. Sin embargo, la historiadora medievalista francesa Adeline Rucquoi (Bruselas, 1949), señala que habría datos para adelantar la actividad universitaria de Palencia en el tiempo, ya que el fundador de los dominicos, Domingo de Guzmán, habría cursado estudios de Teología en la ciudad[3] (beato Jordán de Sajonia, 1236), además de documentarse la actividad de un maestro italiano: Hugolino de Sesso, que podría haber dictado tres lecciones jurídicas en la ciudad, en el último decenio del s. XII (Torremocha, 2012), que se han conservado en un códice del siglo XIV[4]. Por tanto, la fundación del primitivo Studio Generale, de aceptarse la teoría de su retracción temporal, podría haber sido impulsada por el obispo Arderico (s.d.-1207) de Palencia, o por su predecesor, el obispo Raimundo, colaborador, pues, necesario de la Corona para tal fin.

 

A pesar de la incertidumbre en el origen, sí que podemos definir que la universidad palentina sufriría un considerable impulso gracias a la labor de Fernando III El Santo (1201-1252), que ordenaría la implantación de cuatro nuevas cátedras, ligadas a estudios teológicos y jurídicos[5], así como la ordenación de la dotación económica, dependiente del diezmo de la diócesis, que impulsó la actividad académica hasta la segunda mitad del siglo XIII, donde, en su segunda mitad, el Studium Generale de Palencia parece desaparecer sin dejar rastro (Monsalvo y Martín, 2016: 276), siendo probable que los ingresos de la Corona no fueran los necesarios, o que variaran los diezmos recibidos por hallarse el Reino en conflicto, o que, simplemente, nuevos centros de cultura y poder acapararan la actividad cultural y económica, como Salamanca o Valladolid.  Sin embargo, es propio referenciar a los primeros maestros de ámbito internacional en ejercer actividad en el Estudio General de Palencia y, por ende, en el Reino, encontrando a Odo de Cheriton, Lanfranco de Pavía, Fornelino y Pedro Lombargo, entre ellos.

 

Las diversas crisis que el Estudio sufre se hacen evidentes en documentos como el concedido por el papa Honorio III, quien expresa en una bula de 1220, cómo Fernando III y el obispo de Palencia "se esforzaron en restaurar el Estudio creado en Palencia por Alfonso VIII", que se vería interrumpido durante años inciertos. Además, vuelve a mencionarse la actividad del centro académico en la segunda bula del citado Papa, en 1221, disponiendo que éste se ponga bajo su protección durante cinco años más. Todo ello denota que la actividad no es constante y que tiene períodos conflictivos.

 

Como dato que define la implicación del monarca en los asuntos de la Universidad, se referencia en la obra coordinada por José María Monsalvo desde la unidad de estudios medievales de la Universidad de Salamanca, la importancia de la intervención real en la fundación, promoción y evolución de los estudios generales, gracias a lo cual no quedaban exclusivamente ligados al clero, sino que el propio reino ejercía de moderador de los mismos al amparo de la garantía real. Este hecho diferenciaría la fundación y evolución de las universidades hispanas de las del resto de Europa, donde no conocemos la intervención de reyes o monarcas.

 

La última referencia que poseemos sobre la Universidad de Palencia se atribuye a una epístola del papa Urbano IV y al obispo de Palencia, Fernando, fechada en 1263, otorgando a maestros y alumnos del Estudio General, el mismo estatus que poseía el de París: “a todos y cada uno de los doctores y escolares que estudiaran cualquier materia en esa ciudad, aquellos privilegios, indulgencias, libertades e inmunidades que gozan maestros y escolares de Paris o en otros lugares donde hay estudio general”(Fuentes, 2016).

 


Studium Generale de Salamanca

A la par que se venía desarrollando la actividad universitaria en Palencia, germen y madre de las universidades hispanas, hallamos la fundación de su homónima en Salamanca, en 1218, por mandato de Alfonso IX de León (1171-1230). La crónica del obispo Lucas de Tuy (1238) hace referencia a Salamanca en términos de privilegios sobre las dotaciones económicas o los beneficios del alumnado, que tendrían prioridad a la hora de alquilar una vivienda en la ciudad, por delante de cualquier otra actividad o dedicación, librados a su vez del pago del portazgo[6].


Al margen de esta primitiva actividad, la Universidad de Salamanca comenzará una etapa de auge con el apoyo del rey Alfonso X El Sabio (1221-1284) y el papa Alejandro IV (1199-1261). Muestra de ello es lo dispuesto en la conocida como Carta Magna[7] de 1254, donde se fijan salarios del profesorado o su número, se establece un librero o bibliotecario, se detallan las materias de estudio (Derecho Civil, Canónico y Artes), así como expresando el compromiso de asumir los gastos que devinieran de la actividad académica a través de tercias reales, que serían confirmadas por Fernando IV (en 1300). 


La influencia de la Universidad de Salamanca estará presente en las Siete Partidas del rey Sabio, teorizando basándose en el conocimiento de los juristas que en la parte dispuesta no eran ajenos a la realidad de Salamanca y poseerían esta formación como referencia, influyendo en las nuevas leyes que comprende el documento.


Por su parte, el papa Alejandro IV expediría bulas como la de Nápoles (6 de abril de 1255), donde elevaba los títulos sellados por el Estudio General de Salamanca a categoría internacional (licencia ubique docendi), mediante los cuales podrían sus poseedores ejercer y enseñar en cualquier universidad europea al amparo de la autoridad papal (AUSA, C. 4, 1).

 

El sacerdote Pedro Chacón (1527-1581), en 1569, escribe una interesante Historia de la Universidad de Salamanca, de la que fue alumno y de la que reusó ser profesor para continuar su formación en griego y servir a Gregorio XIII en Roma (Carabias, 1990). A pesar de que por la obra se conoce el interés que el centro académico tuvo en conservar el original en el Archivo, éste ha desaparecido, pero contamos con las copias. El autor adelanta hasta 1200 la fundación del Estudio General, apuntando que en ningún caso se ha de considerar éste como el resultado del traslado de aquel que hay o hubo en Palencia, sino que tuvieron nacimientos y evoluciones distintos:

 

"Que cerca, de los años del Señor de mil y doscientos, como se cuenta en la Historia de España Don Alonso, Rey de Castilla Octovo, hijo del Rey Don Sancho el Deseado, y nieto de Don Alonso el Séptimo, que se llamó Emperador de todas las Españas, embió por todas las tierras por maestros de todas las Artes, hizo escuelas en Palencia, muy buenas e muy ricas, e daba soldada cumplidamente a los lectores, porque los que quisieran aprender no lo dejaren por mengua de maestros" (Carabias, 1990:51).

 

Sigue Chacón apuntando que el rey Alfonso VII, ordenaría la construcción de escuelas[8] y que, sin ser tan rico como otros monarcas, fijó ésta en Salamanca, aunque no dotó de tantas riquezas ni fijó salarios para maestros, como sucedería en 1218, pero sí habla de las prebendas que se recogen en la Carta Magna de Salamanca, a razón de las concedidas a estudiantes, a los que llama “lectores”. Del mismo modo, menciona el refuerzo que sufre Salamanca en el reinado de Fernando III el Santo, dando como fecha 1243 y dando a entender que, siendo este rey más guerrero y ocupando mayor tiempo a la guerra que a la cuestión del estudio, mantendría y reforzaría la labor de su padre en Salamanca, como consta en sus cartas de 1243 y que personalmente Chacón tiene noticias de que los Estudios Generales de Palencia se han deshecho en 1270:

 

"Por falta de salarios que el Rey Don Alonso, que las fundó, solía pagar a los maestros, y que a los que allí solían ir a estudiar, acudían todos a Salamanca, por hallar en ella más comodidad en su aparejo y su vivienda que no en Palencia: especialmente habían cesado ya las contiendas entre castellanos y leoneses por haberse los dos reinos fundados en uno" (Carabias, 1990: 55).

 

La crónica del maestro Chacón continúa narrando la evolución de la propia Universidad de Salamanca, de la que habrían de beber Valladolid, Alcalá de Henares, Lleida y, tardíamente, Sevilla, así como la universalidad de las fundadas en los reinos en suelo americano, hijas de las más antiguas, cuyo valor y actividad llegan hasta nuestros días ampliando su contenido en materias, desde el trívium y el quadrivium hacia todas las ciencias del Humanismo, conectada a los grandes centros europeos de conocimiento y siempre vinculadas a la Corona, a la Iglesia y a la erudición hasta época moderna (Cordero, 1998). Es reseñable que todos los monarcas continuaron, en mayor o menor medida, con el apoyo al centro de conocimiento, como en el caso de Enrique II de Trastámara, los Reyes Católicos, el emperador Carlos I o el rey Felipe II, interesado en la progresión del conocimiento y de la teología de manera muy especial y directa, utilizando Salamanca como modelo ideal de las que se fundaran en el continente americano (Hernández, 2016) y, aunque no podemos considerarla una progresión del Estudio General de Palencia, si podríamos intuir la asunción de la tradición y del propio alumnado, que desplazaría el centro de conocimiento desde Palencia a Salamanca. Con ello, denotamos un vínculo profundo entre la fundación de ambos Studia Generalia.

 

 

 

 

Bibliografía


BATTLE CARDONA, MERIXELL: "El alma máter de todas las universidades de Europa". National Geographic, sección viajes, 2022.

CARABIAS TORRES, ANA MARÍA: Historia de la Universidad de Salamanca, hecha por el maestro Pedro Chacón. 1990.

CORDERO, R.: La universidad de Salamanca en la época moderna: (1550-1800). Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1998.

HERNÁNDEZ, J.: La Universidad de Salamanca y la educación en el siglo XVI. Universidad de Salamanca, 2016.

MONSALVO ANTÓN, JOSÉ MARÍA (Coord.): Historia de la Edad Media en España. Publicación Universidad De Salamanca.

NASHABI, HISHAM: "Una enseñanza al servicio de Dios". El Correo de la Unesco: una ventana abierta al mundo. Diciembre 1977. Pág. 33. Biblioteca Digital de la UNESCO.

TORREMOCHA HERNÁNDEZ, M. (Coord.): El Estudio General de Palencia: Historia de los ocho siglos de la Universidad Española. Universidad de Valladolid, 2012.

 


Notas

[1] Se referencia, por ejemplo, en la Historia Compostelana (Anónimo, siglo XII).

[2] Entiéndase esta como Estudio General, a modo del fundado en Bolonia, en 1080, bajo la autoridad del Papa, pero con las particularidades que se citan a continuación.

[3] La cronica referente a Santo Domingo de Guzmán indica que, en su juventud, Domingo fue enviado a aquella ciudad de Palencia a estudiar Teología, debido al auge cultural que la ciudad vivía.

[4] Conservado en el Archivo Corona de Aragón, Sant Cugat del, EM. 55

[5] Mención al testimonio de Rodrigo Jiménez de Rada (c. 1170-1247), quien define el relato histórico en 1243, en su De rebus hispaniae.

[6] Gravamen por derechos de tránsito, que satisfacían los que iban de camino, pisaban terreno del rey o del señor, o entraban en la ciudad.

[7] Ratificación de esta conservada en el Archivo de la Universidad de Salamanca (AUSA, C. 3, 1).

[8] Referencia a Estudios Generales (Universidad).





Biografía del autor

Historiador, experto en gestión cultural y proyectos de Patrimonio. Promovió la puesta en valor del patrimonio histórico y su divulgación, a través de diferentes proyectos, que comprendieron semanas temáticas, jornadas de puertas abiertas y presencia en los medios de comunicación, pero también la investigación, en colaboración con entidades como el Instituto Arqueológico Alemán, la Universidad de Málaga, Cádiz, Sevilla o Córdoba, además del CSIC, la Autónoma de Madrid o la Universidad de Cambridge. Impulsó iniciativas como la Ruta de la Poesía de la localidad, que cuenta con casi un centenar de poemas distribuidos sobre fachadas, la creación del Museo Arqueológico o del Centro MAD de Estepona, en la conocida Casa de las Tejerinas.
Ha recibido galardones como el de la Villa Histórica de Santiago del Teide, el Premio Joven de Poesía de Estepona en sus años de juventud, o el galardón de la Fundación García Fajer, por su apoyo a la cultura. Participa con sus versos en antologías diversas, como Poetas de Ahora (2022) o Lírica Navidad (2022).

En la actualidad, compagina sus inquietudes culturales y sociales con su actividad profesional. Escribe para el diario La Vanguardia, además de para revistas especializadas como Cariátide. Pertenece al foro literario que se desarrolla al amparo del movimiento creador y divulgativo auspiciado por Anselmo Fernández, Juan Emilio Ríos y Teresa Floro, en la que han participado y participan escritores consagrados como el esteponero Antonio Ríos o la malagueña Mª Ángeles Castillo, entre otros ilustres, con sede actual en la Plaza de Manilva de Estepona.