Cubierta de Avengers Forever #3 (febrero 1999) Marvel Comics.
Doctor Europeo por la Universidad de Córdoba. Profesor de Geografía e Historia en el IES Maimónides.
Palabras clave: Carlos Pacheco, Kurt Busiek, Los Vengadores y Viajes en el tiempo.
Todas las piezas terminaron encajando de una forma tan perfecta que únicamente podían ser el resultado de la más alocada de las improvisaciones. Siempre Vengadores (1998/99) surgió de ambiciones frustradas, además de nutrirse de muchas ideas desechadas o que no encontraron su momento y lugar. Sin importar los contratiempos de partida, vista dicha serie limitada de Marvel con perspectiva histórica, solamente caben el elogio y la admiración hacia un proyecto que contó con un equipo artístico irrepetible y fruto de un caprichoso azar.
El punto de arranque fue el mutuo interés de colaborar entre Carlos Pacheco (San Roque, 1962-Cádiz, 2022) y el guionista Kurt Busiek (Boston, 1960). Si bien el segundo estaba firmemente afincado en aquel momento en la serie regular de Los Vengadores, el dibujante español ya le seguía la pista desde sus magistrales trabajos con Los Thunderbolts y Marvels. En palabras del escritor bostoniano: “Había llegado el momento de que Carlos renovara su contrato, y le dijo a Bob Harras que quería dos cosas: hacer un proyecto con Los Vengadores y quería que yo lo escribiera” (Busiek, 2023, p. 57).
A finales de 1997 comenzaron las conversaciones, destacando el convencimiento de Pacheco en cuanto a que sería contraproducente hacer una segunda colección derivada del supergrupo más poderoso de Marvel, llevando a algunos integrantes a una especie de secuela heróica con aroma a Melrose Place, puesto que ello desviaría la atención del título principal escrito por el Busiek, el cual estaba, además, suponiendo el hermoso canto de cisne del legendario dibujante George Pérez.
Verdaderamente, era una oportunidad soñada para uno de los supergrupos más representativos de la editorial. La década de los noventa no había sido especialmente propicia para los superhéroes y superheroínas más poderosas de la Tierra, hasta el punto de que se cerró su serie en el número 402, la cual había funcionado de manera ininterrumpida desde su creación en 1963 de la mano de Stan Lee y Jack Kirby. Buscando emular de manera irreflexiva el éxito de los personajes de moda de la emergente Image Comics, Los Vengadores habían navegado por aguas imprecisas como el intento de reboot con la fórmula Heroes Reborn (Álvarez Muñiz, 2019).
1. Hija del fracaso
Avengers Forever o Siempre Vengadores surgió como una marcha forzada, la necesidad imperiosa de recomponer un edificio cuyos cimientos estaban amenazados. Por ello, no podríamos entender esta historia sin el fracaso de World in Chains, el gran proyecto en el que Busiek y el artista español ya estaban trabajando hasta que Bob Harras les desveló que, paralelamente, existía una trama de similares características y realidades alternativas que iba a surgir en la franquicia mutante. Aquello trastocaba toda la hoja de ruta, incluso el anhelo del gaditano por plantear una corriente temporal donde el Capitán América nunca fue descongelado y el III Reich había ganado la II Guerra Mundial (Machuca Fernández, 2021).
Junto con la inevitable decepción, la situación dejó a Pacheco con mucho trabajo previo inutilizado. Las nuevas indagaciones que debía realizar penalizaban también el número anual que saldría durante el verano de 1998 con el propio Busiek como especial de Los Vengadores. En sus páginas, el supergrupo se medía con El Escuadrón Supremo, versión nada sutil de La Liga de la Justicia de DC Comics que había imaginado el guionista Roy Thomas décadas atrás.
En situaciones de apuro, es bueno recurrir a los camaradas. Pacheco llevaba siguiendo la pista de Jesús Merino desde que vio sus tintas para Tríada Vértice. Dicho artista había estado militando en la Línea Laberinto, surgida de Planeta DeAgostini, cuyo cierre era inminente por aquellas fechas. Como se revelaría posteriormente, Merino se trasladó desde Granada, donde entonces se encontraba, para ayudar a Pacheco con los acabados en Cádiz. Indudablemente, aquella demostración no acreditada serviría de pista a la hora de pensar en futuras colaboraciones.
Los dos hombres mostraban una gran sintonía compartiendo viñetas, si bien la última decisión sería de los editores de Marvel. En palabras del propio Jesús Merino: “Una de las veces que aparecí por aquí, por San Roque, salió la conversación. Carlos me propuso ser su entintador, yo le dije que encantado, y me volví a Granada con unas seis páginas de prueba. Las envío a Marvel, Carlos por otra parte, pide que las vean, y no sé cómo sigue, pero al cabo de dos o tres días me llama y me dice que lo han aceptado. ¡Imagínate cuando veo que la primera colección es Avengers Forever…!” (Marín, 2017).
2. Sinergia inmediata
Si queremos hacernos una idea su papel para el resultado final de Siempre Vengadores, bastan las palabras que le dedicaron al entintador jerezano Tony Ruiz y David Guirado en su análisis de la maxiserie: “Sería imperdonable obviar a la suma de la ecuación las tintas de Jesús Merino, complemento casi perfecto a los lápices de Pacheco” (2013, p. 74). A ello debía sumarse a Steve Oliff, un auténtico adelantado en el por entonces recién iniciado coloreado digital, cuya contribución resultó básica en el atemporal resultado final (Azpitarte, 2020, p. 52).
En resumen, la incorporación fue un éxito. Paralelamente, Busiek iba perfilando una trama que tuviera claras las consideraciones previamente trabajadas con el dibujante. Siempre Vengadores no iba a derivar en una multiplicación del título principal con cruces de otras cabeceras, algo de lo que abominaba Pacheco. Se trataría de una aventura propia, con conexiones con el resto del universo Marvel, pero independiente de lo que ocurría en la colección mensual de Los Vengadores y cualquier otra de la editorial. Esta decisión ha dado mucho rédito a la hora de las relecturas, puesto que es una obra con inicio, nudo y desenlace claro, pese a que sus consecuencias luego hayan sido importantes en otros títulos.
Al poco de comenzar, los problemas de salud de Busiek, aquejado de sinusitis y con varias series mensuales que escribir, terminaron provocando la incorporación de otro nombre destacado: Roger Stern. Guionista de conocimientos enciclopédicos en materia de la cronología del universo Marvel, suponía el revisor perfecto, perspicaz y hábil cara a enriquecer el planteamiento. La metodología de trabajo entre ambos hombres se planteaba así, según Stern: “Básicamente, nos llamábamos por teléfono y nos lanzábamos ideas el uno al otro durante dos o cuatro horas. Luego yo escribía un esbozo de argumento basado en lo que habíamos hablado” (Azpitarte, 2005, p. 46).
Reciclando antiguos conceptos y pistas que había ido dejando en títulos como Heroes for Hire o The Incredible Hulk, Busiek decidió que los Vengadores de su tiempo se verían inmersos en una guerra a gran escala entre dos de sus villanos más poderosos: Kang el Conquistador e Immortus. La contienda resultaba bastante curiosa, puesto que ambos antagonistas eran la misma persona, pero en momentos diferentes. Kang había sido una idea original de Stan Lee y Jack Kirby para crear un equivalente en la serie a lo que representaba el Doctor Muerte en los Cuatro Fantásticos (Cañas Pelayo, 2021). Viajero a través de las eras y portador de una poderosa armadura, era una especie de Julio César o Napoleón futurista que se movía por pasado y futuro para expandir su imperio (Salazar, 2000, pp.177-178). Por su lado, Immortus era una versión más madura de Kang que había tomado un camino reflexivo y diplomático, si bien su relación con los Vengadores era ambivalente y cabían sospechas acerca de la honestidad de sus intenciones (Salazar, 2000, p. 175).
El escritor Mark Waid, amigo personal de Busiek, le dio un consejo valioso al enterarse de dicha idea: puesto que el supergrupo se iba a enfrentar con dos fuerzas que atravesaban las etapas de la Historia, resultaría muy apropiado que cada integrante de los Vengadores que les hiciera frente en la aventura fuera de una época distinta (Busiek, 2023, p. 57). Una sugestiva propuesta que exigía orquestar a esa improbable escuadra a través de décadas de continuidad.
3. El equipo imposible
“Encuentro mucho más fácil guionizar a Los Vengadores que a Mickey Mouse. Me he leído todas las aventuras de Los Vengadores, por lo que conozco bastante bien cómo son los personajes, lo que harían y lo que no, y como deberían sonar cuando hablan” (Vaquer y García, 1999, p. 48). Con estas palabras, Kurt Busiek exponía su tranquilidad ante el importante reto que iba a suponer la maxiserie de Siempre Vengadores: presentar a personajes sacados de variados momentos de una de las colecciones más antiguas de Marvel. El supergrupo quedó constituido de la siguiente forma:
Steve Rogers/Capitán América: Una de las grandes apuestas de Stan Lee y Jack Kirby para Los Vengadores fue rescatar del Limbo a uno de los personajes clave de la antigua editorial Timely Comics, la primigenia Marvel: el Capitán América. Desde el cuarto número de la serie, el antiguo símbolo de convirtió en uno de los integrantes predilectos de la formación y casi su líder natural.
Buen conocedor de la andadura del emblemático superhéroe, Carlos Pacheco quería sorprender utilizando una fase realmente singular en el abanderado paladín: sus años en la década de los setenta escritos por el guionista Steve Englehart (Cañas Pelayo, 2018, pp. 391-414). Hombre de profundas inquietudes socio-políticas, dicho escritor llevó al idealista protagonista a conocer los auténticos sinsabores de su nación como los veteranos de la guerra del Vietnam o el escándalo del Watergate. Es decir, Siempre Vengadores mostraría a un Rogers melancólico, desmotivado y que todavía está tratando de recomponerse tras la amarga realidad que ha presenciado.
Janet Van Dyne/La Avispa: Surgida como la divertida compañera de aventuras de Hank Pym, El Hombre Hormiga, la evolución de esta heroína es una de las más notables dentro de la extensa andadura de Los Vengadores (Salazar, 2000, p. 19). Su elección en la escuadra es muy necesaria, puesto que su liderazgo ha solido ir asociado a crisis de la institución que requerían una gran versatilidad a la hora de aportar soluciones. Por ejemplo, el asalto que sufrió la mansión del supergrupo por los Señores del Mal en la década de los ochenta del pasado siglo (Guerrero, 2012, pp. 100-101). Contra el férreo control táctico que habría impuesto un Steve Rogers en plenitud de facultades, Van Dyne permite una libertad de movimientos imprescindible en una trama con tantas paradojas temporales.
La habilidosa mano de Stern, escritor que inició tiempo atrás el arco argumental de la metamorfosis de la frívola Avispa en una curtida guerrera, se intuye en la elección de la Janet del presente que se ve envuelta en Siempre Vengadores. Una superviviente de infiernos como el maltrato. Merino coloca un matiz casi imposible de lograr en el rostro de la Van Dyne dibujada por Pacheco: dureza y flexibilidad. Cuando Los Vengadores de distintas épocas aparezcan, todos buscarán automáticamente la dirección de Steve Rogers, solo para hallar que en esa fase estaba desilusionado con su país, carente de estímulos. La Avispa asume el mando sin pretensiones y carente de ambición personal, únicamente hace lo que resulta preciso para proteger a Rick Jones de Immortus.
La Avispa asumiendo el liderazgo desde Avengers Forever # 2 (enero 1999) Marvel Comics.
Hank Pym/Chaqueta Amarilla/Hombre Gigante: Miembro fundador de Los Vengadores originales (Salazar, 2000, pp. 15-18), la biografía ficticia de Hank Pym ha estado plagada de altibajos, además de tres encarnaciones heroicas: Hombre Hormiga, Hombre Gigante y Chaqueta Amarilla. Su momento más bajo llegaría en la época de Jim Shooter como máximo responsable de Marvel, mediante la controvertida viñeta donde el personaje abofeteaba a su propia esposa (Martín, 2012, pp. 89-90), todavía hoy escena discutida como una posible malinterpretación de sus indicaciones al dibujante Al Milgrom (Aguirre y Monje, 2021).
Los desequilibrios emocionales de Hank habían sido una constante desde su boda con Janet Van Dyne, la cual consiguió mediante la desinhibida personalidad que logró como Chaqueta Amarilla tras un accidente de laboratorio (Howe, 2013, p. 100). No sorprende nada que se le incorporase a Siempre Vengadores, puesto que era uno de los personajes del primer cómic de la escuadra que leyó Carlos Pacheco, complaciendo a Busiek usar a la versión de Hank Pym elaborada por Roy Thomas y John Buscema, en plenas vísperas de sus nupcias (Monje, 2012, pp. 42-61). Impulsivo y sin vacilaciones, ese Pym ignoraba los fuertes remordimientos que iba a arrastrar por crear a inteligencias artificiales como Ultrón (Salazar, 2000, p. 207) o el tormentoso matrimonio que haría pasar a su esposa.
Busiek y George Pérez habían trabajado para reconstruir la relación entre La Avispa y el Hombre Gigante en la por entonces serie principal de Los Vengadores a las puertas de un nuevo siglo, razón para la que el bostoniano consideró oportuno que sería de interés dramático que el Hank maduro viera el espejo deformado de aquellos años donde su pisque estaba desequilibrada.
Melissa Gold/Pájaro Cantor: Una petición expresa de Carlos Pacheco, quien consideraba a esta antigua villana “muy adorable” (Busiek, 2023, p. 57). Además, su incorporación permitía un juego que Stan Lee ya había convertido en un sello de identidad de Los Vengadores: usar a alguien que había estado fuera de la ley (Wanda y Pietro Maximoff, Clint Barton, etc.) y que generaría las sospechas de sus nuevos aliados acerca de la sinceridad de su redención.
Clint Barton/Ojo de Halcón: Uno de los integrantes más queridos en la historia de Los Vengadores. Al no tener cabecera propia, a diferencia de otros iconos del supergrupo, el infalible arquero es uno de los grandes protagonistas de la colección en sus mejores etapas (Salazar, 2000, pp. 34-35). Busiek y Pacheco coincidían plenamente en incorporarlo, determinando que sería muy divertido traer al Clint Barton sin flechas especiales y que acababa de perder los poderes momentáneos que poseyó para cambiar de tamaño. Además, eran unos días donde el arquero tendría muy recientes los eventos de la guerra Kree-Skrull, mítica odisea espacial (Monje, 2020) concebida por Roy Thomas y Neal Adams que era uno de los referentes para el equipo creativo de la maxiserie.
“Siempre me dio la sensación de que sus autores, teniendo una gran idea y con un sentido muy claro de hacia dónde querían ir, a partir de ese punto se dejaron llevar, improvisando entre número y número, confiando en que había suficientes indicios en el camino para acabar llevándolos a un final satisfactorio” (Busiek, 2017).
Genis-Vell/Capitán Marvel: Un héroe del futuro que levantaba muchas suspicacias. Hijo del legendario y fallecido Capitán Marvel original, Carlos Pacheco buscó darle en su diseño reminiscencias al estilo de opereta cósmica de su admirado artista Jim Starlin. Al finalizar Siempre Vengadores, se revelaría que iba a co-protagonizar una serie con Rick Jones.
4. Cómics del futuro pasado
Siempre Vengadores es un cómic trepidante que no ofrece un momento de pausa para la persona lectora. También resulta sumamente exigente, puesto que el enciclopédico conocimiento que tiene su equipo artístico sobre los personajes plaga de detalles ocultos cada viñeta y diálogo. Todo arranca con la misteriosa enfermedad que sufre Rick Jones, uno de los más antiguos amigos de los Vengadores. Convencidos de que la extraña dolencia requiere de un conocimiento que escapa a los humanos, el supergrupo lleva al inconsciente muchacho a la Zona Azul de la Luna, donde quieren que la Inteligencia Suprema Kree lo examine.
Aquí ya hallamos el primer homenaje a La Guerra Kree-Skrull de la década de los setenta, puesto que fue en dicho conflicto donde Rick Jones salvaba la situación de los héroes al desencadenar la misteriosa Fuerza del Destino, una poderosísima fuente de poder que anida adormilada en la raza humana. La Inteligencia Suprema había despertado en el pasado ese potencial en Jones, quien, además, era el responsable indirecto de que se hubieran formado Los Vengadores al haber solicitado su intervención para intentar ayudar al increíble Hulk con el que estaba en deuda (Rodríguez Moreno, 2012, pp. 28-41).
Con reminiscencias a la dependencia que tiene Clarice Starling de una ayuda tan incómoda como la de Hannibal Lecter, el supergrupo debe confiar en la maquiavélica Inteligencia Suprema. Pronto, descubriremos que tiene planes propios y aliados exteriores en la empresa, destacando el antiguo supervillano Libra. La identidad real de este enigmático personaje es Gustav Brandt, antiguo miembro del Cartel criminal conocido como el Zodiaco, adversario de Los Vengadores (Salazar, 2000, p. 181). Su rol quedó muy complejizado gracias al guionista Steve Englehart durante la década de los setenta, especialmente por convertirlo en el padre de Mantis, una poderosa muchacha de origen vietnamita que pronto sería una de las candidatas de Kang El Conquistador para ser “La Madonna Celestial”. Dicha saga sería un exponente perfecto de lo que investigadores de la colección han llamado “culebrón cósmico” (Montiel Aguilera, 2012, pp. 62-75). Siguiendo un minucioso rastreo, el ambicioso guerrero está convencido de que una mujer del siglo XX tiene el potencial para engendrar a un ser de inmenso poder. Entre otras candidaturas como Mantis, también estaba Wanda Maximoff, la Bruja Escarlata.
Tras dichos encontronazos con la escuadra heroica, Libra parecía abrazar una dimensión más espiritual, influenciado profundamente por la doctrina de los monjes de Pama. Obsesionado con el equilibrio, pronto se revela para ayudar a la Inteligencia Suprema frente a los intentos de Immortus de asesinar a Rick Jones. Inesperadamente, Kang el Conquistador surge para intentar frenar las maquinaciones de su yo futuro, fraguándose un curioso triunvirato que provoca el despertar del propio Jones, quien vuelve a desencadenar la Fuerza del Destino. Si durante la contienda entre las civilizaciones Kree y Skrull el muchacho había invocado a los héroes de la Golden Age que recordaba de su niñez (un auto-homenaje que se brindó el propio guionista Roy Thomas), ahora su subconsciente atraía de distintos momentos de la Historia a unos Vengadores que, sobre el papel, no parecían ni los más poderosos ni los mejor preparados para interponerse como protectores entre dos antagonistas capaces de aparecer en cualquier instante de la nada.
Incluso editores como Tom Brevoort advirtieron esa aparente desventaja, sugiriendo al equipo creativo que metieran más fuerza física en el equipo de rescate. En particular, recomendó activamente a Hulka. Sin embargo, Carlo Pacheco afirmó que eso habría perjudicado a la trama, puesto que la Giganta Esmeralda era un personaje muy equilibrado emocionalmente y la misión precisaba de personajes que tomasen decisiones en periplos vitales de máxima tensión. La única excepción era la Avispa, si bien poseía experiencias tan amargas y superadas en su vivencia personal que podía liderar la iniciativa sin comprometer la necesaria improvisación (Ruiz y Guirado, 2013, pp. 70-75).
Amante del séptimo arte, Carlos Pacheco nunca ha ocultado referencias cinéfilas en todos sus trabajos. Por ejemplo, en su primera aproximación oficial para la Marvel estadounidense, una historia de Bishop, se mostró muy complacido de que el legendario guionista John Ostrander viera con buenos ojos su enfoque en los diseños para asociar la trama con el célebre western de John Ford Centauros del desierto (1956) (Azpitarte, 2006, p. 84). Así, conforme avanzaban los números de Siempre Vengadores, se fue dando cuenta de que estaban brindando un homenaje a la célebre trilogía de Robert Zemeckis: Regreso al futuro. Y es que el elenco protagonista de la odisea iba exactamente a los mismos escenarios que Doc y Marty McFly: los años cincuenta estadounidenses, futuros distópicos donde todo ha ido mal y el Salvaje Oeste (Ruiz y Guirado, 2013, pp. 70-75).
A nivel artístico, un tremendo atractivo es que Pacheco supo poner muchos detalles para dar un aroma de los distintos periodos históricos. Así, cuando Janet Van Dyne y Genis-Vell se infiltren en una corriente temporal donde Richard Nixon está dando un discurso, el dibujante les otorga un vestuario que conecta completamente con la versión más clásica de Clark Kent y Lois Lane (Azpitarte, 2006, p. 85). En materia de futuros lejanos y de gran desasosiego, sobresale la impresionante splash page con la que Pacheco mostró a una improbable alineación de Vengadores (Killraven, Yocasta, Dinamo Carmesí y Thundra) contra la invasión de Marte a la Tierra. Hay varias travesuras creativas en ese marco tipo La guerra de los mundos (1898), destacando que Killraven luzca el escudo de energía que un día llevó Steve Rogers (Azpitarte, 2006, p. 115) o que Pantera Negra tenga los ojos cambiados por años y años de adicción a la planta de Wakanda que le otorga sus poderes.
En ocasiones, ese gusto por la metaficción y detalles dentro de detalles ha sido objeto de crítica, considerando que Siempre Vengadores es un trabajo exigente con la persona lectora, casi obligada a estudiar de forma sistemática décadas de continuidad para poder disfrutar realmente de la aventura. ¿Hasta qué punto se la puede considerar una obra hermética únicamente apta para público iniciado en los entresijos del supergrupo?
Merece la pena rescatar la opinión de Pacheco a ese respecto: “Tampoco se trataba de hacer una obra enciclopedista. A mí no me gustan esas labores, pero si encima se construye una historia entretenida y se ayuda a definir a un villano que era una piedra angular en la historia de Los Vengadores y con todo eso además se ayuda a reconstruir toda la historia del grupo incluso redefiniendo momentos patéticos de la historia del grupo, ¿qué más se puede pedir a un cómic de superhéroes?” (Ruiz y Guirado, 2013, p. 73).
Realmente, el artista acertaba al destacar la importante función que la maxiserie tenía para elevar a Kang de algunas etapas de mayor mediocridad argumental. Debido a sus distintas encarnaciones (Centurión Escarlata, el faraón Ram-Tut, Immortus, etc.), era un antagonista excesivamente difícil y contradictorio de manejar. Apostando por simplificarlo en sus líneas de la máscara, Pacheco marcó por completo el diseño estándar del conquistador marvelita por excelencia, siendo su apuesta más regia la que llega hasta nuestros días en filmes como Ant-Man y la Avispa: Quantumania (2023). En la excelente miniserie Kang el Conquistador: La conquista de uno mismo (2022), Carlos Pacheco logró, pese a sus problemas de salud, regalar una magnífica portada de un villano que, como él mismo admitía, no era de sus favoritos inicialmente y al que luego ayudó a aupar, bagaje que ahora le está aportando rédito en la nueva fase de Marvel Studios con la anunciada Avengers: The Kang Dynasty.
Un embellecimiento aclarador que ocurría asimismo con algunos elementos de Immortus, ¿por qué su fortaleza en El Limbo tenía tan diferentes aspectos según el cómic donde apareciera? Más allá de posible obsesión por la continuidad y explicar cada pieza del puzle, Siempre Vengadores suponía una oportunidad de resolver algunos de los instantes menos afortunados de la emblemática colección principal. Stern, quien ya había apostado por rescatar a Kang del olvido en la década de los ochenta (Guerrero, 2012, p. 100). Precisamente a este escritor se deben conceptos geniales como el Consejo de los Kangs o la determinación del antagonista a escapar a su futuro como el reflexivo Immortus.
Kang vs. Immortus. Cubierta de Avengers Forever # 3 (febrero 1999) Marvel Comics
En comparativa con muchas obras de ficción sobre viajes en el tiempo (Pastor Allué, 2021), Busiek y Stern fijan unas reglas muy claras para explicar cómo funciona ese impreciso río de la Historia. En la capital de su imperio, Chronopolis, Kang posee el Cristal de la Eternidad, la única vía posible para marchar atrás y poder cambiar realmente los acontecimientos: es decir, cualquier alteración del pasado que se haga sin dicho objeto únicamente crea un nuevo posible camino sin amputar el original. Tras una lucha feroz, donde Immortus se presenta como un astuto dirigente bizantino (Cañas Pelayo, 2021) frente al vigoroso generalato al estilo de los años dorados de Roma de Kang, el primero logra, al fin, el codiciado cristal.
Busiek y Stern utilizan a la primigenia fuerza conocida como los Guardianes del Tiempo (Salazar, 2000, p. 170) para colocarlos como ocultos jefes de Immortus, quien arranca grandes poderes de estos seres para influir en las corrientes temporales. En todo momento, los propósitos del señor en El Limbo son evitar que la humanidad prospere excesivamente en la carrera espacial y descubrimiento de su potencial genético, algo que explicaría su ambigua relación con Los Vengadores, a quienes ayuda, engaña y combate según convenga a los Guardianes. Irónicamente, la perdición de Immortus será, al igual que le sucedía ya como Kang, será una debilitad encubierta hacia el valor y honor que detecta en el supergrupo. Por su lado, los Guardianes han visto un posible futuro aterrador donde la escuadra se ha hecho una fuerza militar invencible que asola la galaxia y destruye todo a su paso.
Dos números esenciales de Siempre Vengadores son las entregas octava y novena, dedicada cada una de ellas a Immortus y Kang respectivamente. Se trata de unas páginas de reconstrucción pormenorizada de algunos de los sinsentidos más inexplicables de los héroes y heroínas más poderosos de la Tierra. Pacheco multiplica su mimetismo para dar un toque a su lápiz que, según convenga, puede recordar a Jack Kirby, Don Heck o John Buscema, entre otros, según sea el caso. Se homenajean y revisan algunos de los hitos Marvel como el Fantastic Four Annual 2 (septiembre de 1964), momento donde Stan Lee y Jack Kirby abrieron la posible conexión genealógica entre el faraón Rama-Tut y el temible tirano Víctor von Muerte (Cañas Pelayo, 2021).
El parentesco entre dos grandes villanos en Fantastic Four Annual # 2 (septiembre 1964) Marvel Comics.
El amor por el pasado de la editorial preside muchos pasajes. Así, Clint Barton y su pasión por los antiguos cómic del Oeste de Dos Pistolas Kid son la clave para descubrir una incongruencia temporal en el Far West que permite a los héroes evitar un engaño de Immortus. Incluso villanos anecdóticos de la Silver Age como el Fantasma del Espacio (Salazar, 2000, p. 165) son rescatados del olvido para ser vehículos que permitan explicar incoherencias.
Tal y como habían pactado Busiek y Pacheco previamente, la serie logró cerrarse en doce apasionantes números que incluían un final apoteósico del que hallamos reminiscencias en la célebre película Vengadores: Endgame, donde los hermanos Russo extrapolan vario de los atractivos de Siempre Vengadores para su film de cierre en la lucha de la escuadra contra Thanos.
Fruto directo inmediato llegaron la serie sobre el nuevo Capitán Marvel y su forzada alianza con Rick Jones, además de Avengers Infinity y el crossover Maximum Security. Por el camino, cada integrante de la loca expedición tendrá sus momentos de gloria. Incluso la inestabilidad de Chaqueta Amarilla resultaría esencial para que traicionase inicialmente a sus camaradas frente a Immortus y luego volviera por el buen camino. Pacheco tendría de igual forma varias viñetas para rendir tributo a dos de sus piezas favoritas: Melissa Gold y Steve Rogers.
5. Andadura editorial en España
Siempre Vengadores llegó a España en formato de grapa mensual entre los años de 1999 y 2000. La respuesta del público fue más que positiva, no solamente por la calidad artística de los cómics, también por las detalladas guías bibliográficas que venían al final de cada número, un ejemplo de buen trabajo de edición y traducciones fieles de los textos estadounidenses para mostrar la riqueza de referencias manejadas por Busiek y Stern.
Asimismo, Forum incluyó varias entrevistas al equipo creativo que enriquecían la experiencia lectora. Naturalmente, parecía que una empresa de ese tipo iba a terminar debiendo salir en un tomo cerrado y de pasta dura, algo que tardaría algún tiempo en materializarse: en 2004, al fin se podía leer en lengua castellana de principio a fin y en un mismo ejemplar. Dicha edición resultó especialmente cuidada, incluyéndose la presentación que hizo Kurt Busiek para el recopilatorio norteamericano, además de un magnífico glosario de referencias que fue llevado a cabo por Eduardo de Salazar, quien no solamente tradujo, sino que complementó y enriqueció la información que provenía de las fuentes inglesas. Otro jugoso añadido fueron bocetos de Pacheco que se incluyen y que sirven para compararlos con los resultados finales, una vez pasadas por las tintas de Merino. En resumen, una excelente manera de tener Siempre Vengadores en la estantería y con extras interesantes.
Ocho años después llegaría una opción en tamaño bolsillo: el Coleccionable Extra Superhéroes brindaría un nuevo formato para un título que empezaba a convertirse en objeto de culto entre las personas aficionadas a los héroes más poderosos del universo Marvel. Todo un especialista como Pedro Monje pone de manifiesto el fuerte deseo que existía por parte del público para que llegase al fin España un tomo que incluyese la epopeya temporal en esas reediciones económicas y repletas de páginas (Monje, 2012).
De igual forma, el reciente y lujoso integral aparecido en 2018 por Panini, es quizás la más completa edición hasta la fecha. Todo resulta muy cuidado e incluye portadas alternativas, bocetos descartados, amplias entrevistas al equipo creativo, etc. Constituye, además, una forma perfecta de apreciar como el pincel de Merino se exhibe corpulento, nítido e impecable, extrayendo la esencia de los lápices de Pacheco de la forma más fiel posible en las páginas que se muestran como enriquecedor complemento.
Desafortunadamente, la siguiente edición en formato Must-Have (enero de 2023, tapa dura) llegó precedida de una noticia terrible: el fallecimiento de Carlos Pacheco debido al ELA. La noticia a finales de 2022 provocó una rápida reacción entre el fandom comiquero y conllevó lógicos tributos al dibujante que había escenificado, junto a otros compañeros como Salvador Larroca, el desembarco de artistas españoles en editoriales como Marvel o DC, hasta entonces casi inalcanzables.
El mismo mes del Must-Have vino acompañado de sentidos homenajes como el de la revista Dolmen, un auténtico monográfico que recogió testimonios en primera persona de nombres como Rafa Marín, Kurt Busiek, Jesús Merino o Tom Brevoort (2023, pp. 53-55), entre otros coetáneos del artista gaditano. Rápidamente agotado en su formato físico, dicho número 331 de la publicación brindaba también un análisis pormenorizado de algunos de sus mejores trabajos, donde Siempre Vengadores tenía un espacio reservado. Previamente, en ese mismo medio donde Pacheco colaboraba con frecuencia (García, 2023, pp. 30-359, Koldo Azpitarte regaló una interesante reflexión sobre el papel de nuestra maxiserie dentro del complejo universo Marvel: “Una historia de dimensiones épicas que vino a poner orden en el siempre complejo mundo de Kang y los viajes en el tiempo. 20 años después, la historia se ha transformado en un clásico a la altura de las historias a las que homenajeaba” (Azpitarte, p. 51). Como destaca dicho autor, la saga no precisó de fill ins o incorporar miembros adicionales al equipo creativo por problemas de plazos.
Pese a su extensa y dilatada trayectoria, donde se incluían trabajos con otros supergrupos tan emblemáticos como La Liga de la Justicia o proyectos tan personales como Arrowsmith (de nuevo con Kurt Busiek), había algo en el alma que depositó Pacheco en Siempre Vengadores para convertir dicho evento en un hito esencial de su carrera. Sorprendía poco que en el popular portal Zona Negativa se escogiera la célebre portada del número 6 con un melancólico Capitán América al más puro estilo Planeta de los simios (1968) para acompañar al emotivo texto de tributo a un artista irrepetible (López, 2022). Sensaciones muy similares a las dedicadas ante la inminente noticia por Sala de Peligro, espacio dedicado al mundo del cómic que acompañó la reflexión (Mercader, 2022) con un completo programa podcast a cargo de especialistas que aportaban datos de primera mano sobre el artista.
A nivel argumental, Siempre Vengadores consiguió revitalizar a la figura de Kang, quien debería considerare en deuda con Roger Stern. Al igual que una década atrás, el célebre escritor había llegado para reordenar su accidentada vida de viajero temporal para ponerlo en la palestra de los grandes villanos Marvel, a la altura del Doctor Muerte o Thanos. De hecho, Busiek volvería a emplearlo en la saga La guerra de Kang, un tratamiento excelente del antagonista con reminiscencias a Filipo II o Julio César a la hora de enfocar su relación con Marcus, su nuevo hijo y heredero. Únicamente dos factores impidieron a esa epopeya estar a la altura de su predecesora: el escritor bostoniano no pudo contar con un equipo artístico estable como lo era el tándem Pacheco-Merino, además de ser una aventura perjudicada por tener que resolver algunas de las tramas abiertas previamente en la colección de Los Vengadores y que entorpecen el ritmo de la historia principal.
Cubierta de Avengers Forever # 6 (mayo 2000) Marvel Comics
Recientemente, hemos de hacer sobresalir la ya citada Kang: La conquista de uno mismo, cinco intensos números orquestados por Jackson Lanzing y Collin Kelly bajo el teclado y con Carlos Magno brindando unos lápices espectaculares en una profundización en la psique de Kang que esconde no pocas referencias a la labor de Busiek y Stern. La minuciosa labor archivística de Siempre Vengadores para desenredar los muchos cabos sueltos de Immortus y Kang (Ravonna, presuntas muertes, el androide de la Antorcha Humana original, etc.) es una pieza fundamental que ha permitido su creciente protagonismo en Marvel Studios y eventos comiqueros como Timeless.
A todos esos factores objetivos para considerar estos doce números que nos ocupan como una obra maestra dentro de la mitología Marvel, hemos de sumar en el caso de España la profunda sensación de gratitud hacia Carlos Pacheco.
Bibliografía citada
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